Cuestión de vértigo
El mensaje de Alan Greenspan a los mercados ha tenido las mismas consecuencias al ser repetido ante la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, lo que en términos prácticos supone que les ha afectado negativamente por segunda vez.
Los inversores, que ya estaban convencidos el martes de la necesidad de aligerar sus posiciones en renta variable, aceleraron el proceso en esta jornada, sin que los buenos resultados de algunas sociedades, a uno y otro lado del Atlántico, sirvieran para frenar esta decisión.
La Bolsa española perdió un 1,59%, según el índice general de Madrid, y, al igual que en otras plazas, se cuestiona la calidad de los niveles alcanzados previamente al no ser capaces de resistir el embate de unas declaraciones que ya vienen repitiéndose un par de años. Los asistentes al parqué madrileño recordaban la "exuberancia irracional" con que Alan Greenspan sacudió las bolsas tiempo atrás, y desde entonces se ha mantenido la tendencia alcista como si tal cosa. "Cuanto más altos los precios, más vértigo", concluía un habitual del parqué madrileño, poniendo así fin a una discusión que el propio presidente de la Reserva Federal planteó en unos términos un tanto filosóficos.
Los inversores son conscientes de que el actual ciclo bursátil no va a durar siempre, pero no por ello han dejado de actuar hasta ahora como los pastores ante las llamadas de precaución contra el lobo. En realidad, los movimientos del mercado de valores español se han producido por el recorte de Tokio, en primer lugar, y por la apertura a la baja de Wall Street, dos evidencias que no admiten discusión alguna.
La deuda también acusó la inestabilidad de los mercados y los precios se orientaron a la baja, situando la rentabilidad a 10 años en el 4,93%. El bono alemán tuvo un comportamiento más moderado y el diferencial entre ambas deudas volvió a alcanzar los 0,27 puntos, confirmando la escasa capacidad de la deuda española para bajar de estos niveles.
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