Ben Baso
J. FÉLIX MACHUCASiendo el patrimonio histórico andaluz el más importante, tanto en calidad como en cantidad de este país, siempre hemos echado de menos el asociacionismo civil para su difusión y protección. Salvo honrosísimas excepciones, que son eso, excepciones en la regla general, me da el pálpito de que existen más amigos de la capa que colectivos interesados en que un melonar no se cargue un poblado fenicio en Málaga o que un bloque en el centro de Córdoba no se lleve por delante una terma romana de época imperial. Hemos entregado en manos de la sensibilidad política tal responsabilidad y mucho me temo que es demasiada responsabilidad para una sensibilidad tan hipotecada. No hace falta quemarse las cejas en las hemerotecas para espigar, entre las páginas de los diarios provinciales, las denuncias de algunos colectivos contra la arbitrariedad administrativa en algún solar gaditano o, por no irnos más lejos, el lamentable olvido que sufre Itálica. La sensibilidad civil por nuestro patrimonio hay que alimentarla desde las primeras papillas del niño. Permítanme la exageración. Es en la escuela, junto con las clases más técnicas, donde se debe de ir formando y conformando un determinado tipo de mentalidad en los más jóvenes, inclinándolo al conocimiento, respeto y valoración del patrimonio histórico. Por eso me llama la atención, favorablemente, la iniciativa de un grupo de profesores sevillanos que se han asociado para la difusión y protección del Patrimonio Histórico. Han convenido en llamarse Ben Baso, en homenaje al alarife que labró la Giralda. Del trabajo serio y concienzudo de esta asociación tendrán que salir los futuros Moreno, Verdugo, Pérez Escolano que, cuando la picota se jamaba cada rincón patrimonial sevillano, ponían el grito de la denuncia en el cielo de los titulares de prensa para sensibilizar la inhibición de los políticos. Siempre es bueno complementar desde la sociedad civil el trabajo de nuestra Administración. Desde este tipo de asociacionismo se puede colaborar, completar, alentar y denunciar los trabajos e imprudencias de la política cultural andaluza. Que uno no entiende que estando como está el patio patrimonial cómo es que se prefiere salir tanto en las fotos a no gastarse completamente el presupuesto en lo que hay que gastarlo.
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