El adiós de Pepe el del Vapor

Sólo el tiempo ha logrado vencer a José Fernández. A punto de cumplir 89 años y aquejado de una dolencia en una pierna de la que se recupera lentamente, ha decidido colgar su gorra negra de marinero y contemplar las aguas de la bahía de Cádiz desde su casa situada en El Puerto de Santa María. José Fernández, que ha pasado hace tiempo a las páginas de la espesa cultura popular de Cádiz como Pepe el del Vapor, ha dirigido, junto a su hermano Juan, una de las embarcaciones más emblemáticas de la zona durante los últimos 69 años. Con su motonave Adriano arribó a El Puerto en 1929, coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de Sevilla. En compañía de su padre y su hermano llegó procedente de El Ferrol al lugar oportuno en el momento justo. El barco de pasajeros que hasta entonces había desarrollado la travesía entre El Puerto y la capital, El Cádiz, acababa de sufrir un incendio en su caldera que lo dejó inutilizado. Su armador decidió dejar el negocio y la línea fue recuperada por los Fernández gallegos, que la han mantenido hasta hoy y que en la actualidad son tan de aquí como la Catedral de Cádiz o la plaza de toros de El Puerto. Desde aquellos días sólo han cambiado las embarcaciones. Al Adriano original lo sustituyó el Adriano II, y a éste el actual Adriano III, "con mucha madera y que aún está en muy buenas condiciones", según explica Juan. Los últimos años han sido especialmente duros para el negocio. La subida del precio del gasoil y la entrada en servicio de modernos sistemas de transporte en la bahía han dejado al vapor como un elemento fundamentalmente turístico, que se vale de los meses de verano para obtener ganancias para toda la temporada. En 1996 Pepe anunció la posibilidad de que el vapor tuviese que cancelar su actividad. Afortunadamente, la nueva normativa europea concede a las motonaves como la Adriano III una consideración fiscal que le permite la compra de combustible a bajo precio. En este momento el negocio marcha bien. Como cada verano son cientos de personas las que disfrutan diariamente de los 45 minutos de trayecto que realiza el vapor desde las 9.00 hasta las 19.00 horas para unir El Puerto y Cádiz, ofreciendo una de las perspectivas más hermosas de la bahía. Este ha sido el momento elegido por Pepe para abandonar su barco y ceder el testigo a su hermano Juan, de 70 años, quien reconoce que la renovación generacional en el vapor "está en el aire". Pepe se ha marchado sin hacer ruido. A nadie se lo ha anunciado y hasta ahora nadie le ha organizado un homenaje de despedida a una vida dedicada a dar servicio a portuenses y gaditanos. Pepe asegura que seguirá yendo por el barco, seguramente para ver cómo marchan las cosas, y se seguirá sentando en la terraza del bar El Liba, a las orillas del río Guadalete, en cuya desembocadura en El Puerto duerme cada día su motonave. Posiblemente desde allí seguirá respondiendo "hoy a Cádiz" a los portuenses que le preguntan con cierta sorna: "¿Adónde va hoy el vapor?". El vapor ha inspirado poesías de Alberti y letras de Paco Alba en el Carnaval de Cádiz, y el brazo derecho del vapor se quedará hoy por fin en casa para descansar.