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La conquista de un sueño prohibido

Rocío García

La lucha fue tenaz, pero individual. Tímida en un principio, pero imparable. El deseo de las mujeres por conquistar el sueño prohibido de acceder a una enseñanza digna marcó la vida de muchas españolas de finales del siglo pasado, en unos años envueltos en la crisis política y la convulsión social. Canal + estrena hoy (0.27) el primer capítulo de un programa especial, Las mujeres de la herencia del 98, que analiza, a través de algunas de sus protagonistas, de estudiosos del tema y de imágenes de la época, la corriente de lucha por conquistar ámbitos prohibidos y salir a la escena pública.

Rebuscando en el armario de una casona de Vera de Bidasoa, en Navarra, la profesora Amparo Hurtado, de la Universidad Pompeu i Fabra de Barcelona, encontró las memorias inéditas de Carmen Baroja, hermana de Pío Baroja y madre de Julio Caro Baroja. Eran un montón de hojas de-sordenadas dentro de una carpeta que llevaba por título: Memorias de una mujer de la generación del 98.De ahí surgió la idea de este programa especial ordenado en dos capítulos (el segundo se emitirá el próximo lunes 27), en el que sus protagonistas o sus descendientes desvelan la lucha particular de cada una de estas mujeres por conseguir el sueño deseado. Una lucha que surgió en el siglo pasado, plena de sinsabores y de clara hostilidad y con un analfabetismo femenino casi generalizado. Como recuerdan unas palabras de Emilia Pardo Bazán, "la distancia entre el hombre y la mujer es mayor ahora que en la España de antes".

El capítulo de hoy narra los primeros pasos de las mujeres que se atrevieron a entrar en la Universidad, siempre acompañadas, y enfrentándose a las pitadas de los estudiantes masculinos. María Goiri, la primera española universitaria, no podía permanecer en los pasillos entre clase y clase, recuerda su hijo, y, además, nunca podía ir vestida con colores alegres. "Siempre de oscuro, con tonos sobrios". O Mercedes Fórmica, que cuenta la advertencia que le dirigieron a su madre: "Como tus hijas pisen la Universidad, en Sevilla no se casan".

El paso profesional

Pero una cosa era el capricho de algunas por acceder a una enseñanza superior, y otra muy distinta penetrar en el mundo profesional dominado por los hombres. Era una deshonra trabajar y ganar dinero. Una de las primeras doctoras en Medicina, Beatriz López Ocaña, tuvo que soportar las burlas del colegio profesional de médicos que saludaba la presencia femenina con alusiones a que las agujas en manos de las mujeres tenían que estar destinadas a la costura.

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