_
_
_
_
_

Artistas de la tolerancia

60 niños participan en un campamento internacional de Almería Acoge

Cuando los rigores del verano arrecien con la llegada del mes de agosto, Laila Lahdaid, una marroquí de 13 años, volverá a su país para visitar a los parientes que allí dejó cuando, hace tres años, llegó a Almería con parte de su familia. Pero antes ha tenido la oportunidad de disfrutar de unos días de vacaciones en la sierra almeriense con otros niños que también salieron de sus países para instalarse en una provincia que prometía un futuro más esperanzador. Senegal, Marruecos, Guinea-Bissau o Ecuador son algunos de los lugares de procedencia de aproximadamente la mitad de los 56 chavales de entre 12 y 13 años que hoy se despiden del campamento de verano intercultural, organizado por la asociación no gubernamental Almería Acoge. El resto son niños almerienses que aprenden a convivir con los inmigrantes, que comenzaron a arribar a la provincia hace unos años, cuando despegó el proceso de reagrupación familiar de los inmigrantes en Almería. Laila repite por tercera vez esta propuesta, que lleva ya cinco años celebrándose. Ella ya sabía que no acudía a un campamento al uso. Por eso, cuando el pasado lunes llegó junto con sus compañeros a la Residencia Escolar San José, de Vélez-Rubio -un municipio del en el Parque Natural de la Sierra de María-Los Vélez, al Norte de la provincia- no le sorprendió tanto encontrarse con un un supuesto gitano titiritero que se había desplazado hasta Vélez-Rubio para actuar en las fiestas del pueblo. Juan Miralles, uno de los miembros de Almería Acoge, representa al gitano, que ha perdido a toda su familia y ahora debe afrontar solo el espectáculo. Los niños, después de conocer el relato de la azarosa vida del viejo titiritero, decidieron aceptar la invitación que les hacía y convertirse ellos también en artistas ambulantes. Anoche fue la gran fiesta y todos tuvieron la posibilidad de demostrar sus dotes artísticas. No en vano durante toda la semana habían estado practicando en talleres para fabricar sus propios fantoches, participando en las más diversas actividades y haciendo gala de su capacidad de concentración con los juegos malabares. "La convocatoria del campamento se realiza a través de los colegios y tratamos siempre de que exista una proporción equilibrada entre los niños que son de Almería y los inmigrantes. Se trata de utilizar el juego para provocar la reflexión sobre la tolerancia, el consumismo o la competitividad", explica Juan Miralles. Catorce voluntarios, dos de ellos marroquíes, han bregado durante toda una semana con chicos y chicas a los que se les ofrecía la posibilidad de apreciar el valor de la diferencia desterrando prejuicios. La mayoría de los chavales no se conocían entre sí, aunque estudian durante todo el año en el mismo colegio. A partir de ahora, muchos mantendrán el contacto y cultivarán amistades que no conocen fronteras idiomáticas o culturales. Aprender a conocerse compartiendo juegos y risas desde pequeños es uno de los caminos para que los niños puedan educar a muchos de sus mayores.

Más información
El Calypso, la costa de la frontera
Las gafas de sol se usan por costumbre
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_