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Ujué: horizontes lejanos

Mirador desde el que se divisa cerca de un tercio del territorio navarro, el enclave de Ujué resiste desde el Medievo todos los vientos. Nido de águilas elevado a 840 metros de altitud, desde el que la vista alcanza por el norte hasta los Pirineos, y hasta más allá de los últimos confines de las Bardenas por el sur, la villa de Ujué, trazada sobre una pendiente por la que tortuosas callejuelas van ascendiendo hasta una soberbia iglesia-fortaleza, presenta hoy la belleza austera y casi intacta de un genuino núcleo medieval que invita a perderse en lo laberíntico de su casco urbano. En cualquier rincón del lugar se ofrecen al visitante las almendras garrapiñadas de elaboración casera y la villa sigue guardando el secreto gastronómico de las auténticas migas de pastor. Favorecida por los monarcas navarros, que sin embargo siempre prefirieron alojarse en la cercana y más palaciega residencia de Olite; punto defensivo muy principal, pero a menudo víctima de asaltos e invasiones; atalaya privilegiada y a la vez enclave árido, Ujué conserva el carácter de fortaleza orgullosa y cumbre desolada que parece haber sido el signo simultáneo de su destino. En plena Edad Media, el rey Carlos II quiso dotarla de universidad, pero plagas y epidemias estuvieron a punto de convertirla en una plaza desierta. En el Medievo fue lugar favorito de peregrinos, venidos según las crónicas desde "las Italias y otros reinos del mundo", pero en edad más reciente sufrió como pocos lugares la deforestación, la erosión y el abandono, siendo uno de los pueblos navarros que más habitantes ha perdido a lo largo del último siglo. La villa pasa por ser hoy un punto de interés histórico y artístico de no menos importancia que otros como Leyre, pero su emplazamiento recóndito la preserva en buena medida del turismo masivo y su aspecto urbano originario, excelentemente conservado, no se ha trasformado por el momento con hostales y tiendas de recuerdos. El casco urbano de Ujué está coronado por un ciclópeo edificio donde lo militar y lo religioso se han fundido. Es una iglesia-fortaleza que llega a ser visible desde las cumbres pirenáicas, las tierras sorianas del Moncayo y las llanuras aragonesas. En sus horizontes más próximos, las torres del edificio miran a las llanadas de la Ribera, los valles de Aibar y la Valdorba, las sierras de Leyre y Peña. La panorámica de los alrededores, hecha de tonos ocres y sienas, da a desolados, somontanos y planicies donde hace no más de dos siglos había encinares y robledales, y donde en la actualidad se ven campos de cebada robados a las laderas o llecos donde crece el romero, el tomillo, el espliego y las ollagas. La iglesia-fortaleza es uno de los monumentos más destacados de la Edad Media navarra. La cabecera del templo, en forma de triple ábside, data de finales del siglo XI y en su interior se encuentra la imagen de Santa María, una talla definida por su hieratismo y sobriedad, de rasgos similares a los de algunas piezas escultóricas realizados en el Pirineo oriental durante la segunda mitad del siglo XII. Posteriormente, en el siglo XIV, esta talla fue chapeada en plata y se le añadieron algunos motivos heráldicos. Más lejos fue la restauración que de la misma se hizo en 1952, por la que se le añadió pedrería abundante y profusión de motivos ornamentales. En el ábside del templo se encuentra también el corazón del rey Carlos II el Malo, cuyas entrañas fueron depositadas en Roncesvalles y cuyos huesos descansan en la catedral de Pamplona. El corazón del monarca puede verse en una vasija de vidrio sobre un cofre en el que, en castellano antiguo, se lee: "Aquí está el corazón del rey don Carlos, que murió en Pamplona la primera noche de enero del año de la encarnación de Nuestro Señor 1386, que reinó 37 años y tenía 53 años, 3 meses y 22 días. Dios por su merced le perdone. Amén". La nave central de la iglesia está inspirada en las construcciones góticas del Midí francés y se relaciona con una serie de iglesias navarras de los siglos XIII y XIV que, como Santa María de Olite o San Saturnino de Artajona, presentan un amplio espacio único, en este caso con un nivel diferenciado para el coro. Aunque apenas visibles, se conservan en el interior algunas pinturas murales del siglo XIV detrás del órgano y la sillería del coro es rococó. El templo, de una solidez desacostumbrada, está circundado en su exterior por un mirador que se asoma hacia los llanos de Olite y por un paso de ronda. El edificio está culminado por dos torres que se alzan sobre el conjunto, la más antigua de un románico tardío, rematado con almenas de mediados del siglo XIV. En el arco abocinado de la portada que da al sur destacan las imágenes de sendos guerreros, matando respectivamente a un dragón y un león. En la portada norte, protegida por un amplio espacio abovedado en el que se ve una curiosa representación de la lujuria (una mujer de rostro pícaro cuyos senos muerden dos sapos), se representan animales quiméricos y a Dios en su papel de juez, ante el que los demonios llevan las almas de los condenados para que las devore un dragón infernal. Al lado de la portada norte queda el campo conocido como "el Castillazo", lugar donde Carlos II sentó los cimientos de su inconclusa universidad. A vista de pájaro El Castillazo es el lugar desde el que los horizontes se abren hacia los valles de Aibar y la Valdorba, hacia las sierras del noreste y hacia las Bardenas: una panorámica a vista de pájaro. Desde ese punto, Ujué aparece como un nido de águilas inexpugnable. Sin embargo, el nido de águilas, durante siglos primer baluarte de las distintas monarquías navarras y enclave predilecto de los Evreux, fue asaltado con frecuencia, mandado derruir por el virrey de Sus Católicas Majestades y asolado en edad más moderna por los huestes francesas. Ujué también fue a menudo nido de intrigas y lugar levantisco que ofreció su respaldo lo mismo a las huestes de Javier Mina, el Estudiante (coetáneo de los guerrilleros Cholín, Tachuelas, el Cuevilla, el párroco de Valcarlos y Juanito el de la Rochapea), que a insurgencias posteriores. El pueblo de Ujué es todo él un monumento histórico-artístico que reclama no sólo ver sus edificaciones militares y religiosas, sino callejear pos sus cuestas empinadas, donde el sillarejo de la arquitectura civil guarda plazas, patios y pasadizos de una belleza desnuda. El mismo tipo de belleza que exhiben las fachadas de unas casas de construcción sobria y amplios portalones. El carácter medieval de la población ha sido respetado en los edificios de siglos posteriores, en alguno de los cuales se sirven las migas de pastor, costillas al sarmiento, almendras y nueces acarameladas.

Datos prácticos

Cómo llegar: Ujué queda 52 kms al sur de Pamplona. Desde Tafalla, tomar la C-132 en dirección a Sangüesa y, una vez pasado San Martín de Unx, desviarse a la derecha por la carretera que lleva directamente al pueblo. También se pude seguir el trayecto Olite, San Martín de Unx, Ujué. Dónde cómer: Al pie de la iglesia-fortaleza de Ujué está el Mesón Las Torres (948 739052), y en la Calle Santa María el Mesón Las Migas (948 739044). Alojamiento: El Mesón Las Torres (948 739052) dispone de algunas habitaciones. Casas Rurales: Casa El Chófer (948 739011), Casa Isolina Jurío (948 739037), Casa Iriarte (948 700541) y Casa Pilarraña (948 738156 y 948 149125). Lugares próximos de interés: Olite, Laguna de Pitillas. Venta de vinos en San Martín de Unx.

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