El FMI sale al rescate de Rusia y de Yeltsin
El Fondo Monetario Internacional (FMI), convertido en hospital para atender urgencias financieras, colocó ayer una mascarilla de oxígeno a Rusia que permitirá al país más grande del planeta separarse, al menos por unos meses, del abismo económico hacia el que se precipitaba. La ayuda adicional que entregará este año el FMI, unida a las del Banco Mundial y Japón, son la mejor medicina para un rublo acosado por los especuladores y un presidente, Borís Yeltsin, cuyo destino estaba en el alero. La Bolsa, que había perdido el 60% de su valor teórico desde comienzos de año, recibió con optimismo la buena nueva y subió ayer más del 9%. La euforia se extendió al mercado de deuda.
Esta ayuda exterior eliminará a corto plazo la presión devaluadora sobre el rublo que, de haber tenido éxito, habría amenazado la estabilidad económica y política de Rusia. Mike McCurry, portavoz del presidente norteamericano, declaró en nombre de Bill Clinton, que se trata de un "gran paso adelante" que "puede proporcionar una sólida base para incrementar la estabilidad y la confianza".Desde el viernes por la noche, el encargado en el FMI de la antigua URSS, John Odling-Smee, mantuvo un duro maratón negociador con Anatoli Chubáis, representante especial de Yeltsin para los contactos con los grandes prestamistas exteriores. El domingo se sumó a la discusión el primer ministro ruso, Serguéi Kiriyenko, que poco después partió rumbo a Japón. Mientras sobrevolaba Siberia, su homólogo Ryutaro Hashimoto, que iba a ser su principal interlocutor, anunciaba su dimisión, tras una derrota electoral provocada por otra crisis financiera. Este accidente de última hora no parece que vaya a e evitar que se concrete la aportación de Japón, cuya economía tampoco está para demasiadas alegrías, a la operación rescate de Rusia.
Chubáis sacó unas cuentas muy triunfalistas de la negociación. Según él, la ayuda adicional a Rusia para estabilizar los mercados financieros ascenderá a 22.600 millones de dólares (unos 3,4 billones de pesetas), 14.800 millones este mismo año, y distribuidos así: 12.500 millones del FMI, de los que casi la mitad se entregarían tras la reunión del consejo de directores que se celebrará el lunes; 1.700 millones del Banco Mundial y 600 millones de Japón. En 1999, se recibirían otros 7.800 millones: 2.600 del Fondo, 4.300 del Banco Mundial y 900 del amigo nipón.
Respaldo legislativo
Odling-Smee y su jefe, director ejecutivo del FMI, Michel Camdessus, presentaron un balance diferente. Primero, porque aclararon que el crédito adicional del Fondo para este año es tan sólo de 11.200 millones de dólares (el resto forma parte del préstamo anterior a largo plazo que se entrega por tramos); y segundo, porque la entrega de los primeros 6.000 millones dependerá de que se adopten "las acciones acordadas con el Gobierno de Rusia, por la vía legislativa, cuando sea necesario".Es decir, que el desembolso se condiciona a que la Duma, dominada por la oposición comunista y nacionalista, respalde el paquete anticrisis que presentó Kiriyenko. La intención de éste, y de Yeltsin, que ya ha quebrado la resistencia de la Cámara varias veces, es que las leyes, destinadas a gastar menos, recaudar más, reducir el déficit y aumentar la producción sean aprobadas esta semana.
En cuanto a los préstamos de Japón y el Banco Mundial están al alcance de la mano. James Wolfensohn, presidente del organismo, declaró ayer que su consejo de directores tomará la decisión sobre el "crédito de ajuste estructural" en las próximas semanas. Los cálculos del Banco son que, en lo que queda de 1998, se entregarán a Rusia 1.250 millones de dólares, a los que habrá que añadir 3.000 millones el año que viene.
La inyección financiera es importante, si se compara, por ejemplo, con las reservas del Banco Central Ruso: 15.000 millones de dólares, incluidos unos 6.000 millones en oro y no negociables de forma inmediata. Otro punto de referencia es el de los atrasos salariales de varios meses a diversos colectivos de trabajadores en todo el país: unos 10.000 millones de dólares en total. Si no se utiliza correctamente, la ayuda internacional puede diluirse en un país que tiene una deuda de más de 200.000 millones de dólares, entre la interna y la externa, y que, antes de fin de año, debe hacer frente a amortizaciones e intereses por encima de los 40.000 millones.
Yeltsin, que aplazó las vacaciones que tenía previsto iniciar esta semana, ha recurrido a los principales líderes occidentales para pedirles que le echen un cable. La conversación que mantuvo el viernes por la noche con Clinton llevó al presidente norteamericano a presionar al FMI para que no fuera cicatero con Rusia, un gigante con pies de barro pero con un impresionante arsenal de 10.000 cabezas nucleares que se convertirían en una pesadilla para Occidente si en el Kremlin no hubiese alguien de confianza.
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