El déficit del Estado desciende un 9% hasta junio, pero roza lo previsto para todo el año
El déficit del Estado (necesidad de financiación) alcanzó en el primer semestre del año los 1,19 billones de pesetas, un 9% menos que en el mismo periodo del año anterior, y un 1,4% del PIB, tres décimas por debajo de 1997. Pese a esta mejora, el déficit roza en sólo medio año el techo previsto para todo el ejercicio (1,48 billones). La caída de la recaudación del impuesto sobre la renta se ha acelerado en junio (25,4%) y se sitúa en el 12,2% en el semestre. El secretario de Estado de Presupuestos, José Folgado, situó en 400.000 millones el recorte del déficit total para 1999, lo que consideró suficiente para que España reduzca sus tipos de interés y converja con los países del euro.
Los datos de la Intervención General de la Administración del Estado, presentados ayer, indican que el déficit público sigue a la baja, si bien no a la velocidad que requieren las previsiones del Gobierno.En términos de contabilidad nacional, el criterio de Maastricht, el saldo presupuestario del Estado se situó hasta junio en una cifra (1,19 billones) que prácticamente agota el objetivo para todo el ejercicio (1,48 billones). El secretario de Estado de Presupuestos, José Folgado, señaló ayer, pese a ello, que se cumplirá lo fijado para final de año. El hecho de que quede la mitad del ejercicio no significa, necesariamente, que el déficit llegue a duplicarse. El pasado año se ralentizó en la segunda parte del ejercicio, periodo en el que aumentó medio billón.
La cuantía hasta junio es un 9% inferior a la registrada en el mismo periodo del año anterior, cuando lo estimado para todo el año es un recorte del 26,3% respecto a lo presupuestado para 1997. No obstante, ese año se saldó con un déficit inferior, por lo que la reducción real esperada es del 8,4%.
El déficit hasta junio representa un 1,4% del PIB, frente a una previsión del 1,8% para todo el año, y supone tres décimas menos que en el mismo periodo del año anterior. Un crecimiento económico más elevado de lo previsto (3,7% frente al 3,4%) permite una mayor comodidad en la reducción del déficit.
En términos de caja (ingresos menos pagos efectivamente realizados), el saldo fue negativo en 908.300 millones de pesetas, un 26,5% menos que en el mismo periodo del año anterior. Los ingresos han aumentado un 3,2% mientras que los pagos han disminuido un 0,8%.
Dentro de los ingresos persiste la tendencia a la baja en la recaudación del impuesto sobre la renta. En los seis primeros meses del año ha descendido un 12,2%, y sólo en el mes de junio, respecto del mismo mes del año anterior, la caída es del 25,4%.
Menos ingresos por renta
Folgado dio ayer tres razones para explicar el hundimiento del IRPF. La primera es que este año se han transferido a las comunidades autónomas 296.700 millones de pesetas por su participación del 15% en el impuesto sobre la renta. Sin embargo, esto no influye en el déficit porque el año pasado esa transferencia figuraba como mayor gasto y no como menor ingreso.La segunda razón es que este año el ritmo de las devoluciones del IRPF es mayor; en concreto, 187.200 millones frente a 16.700 en 1997. Finalmente, ha influido el descenso de tipos de interés y el nuevo régimen fiscal de las plusvalías, que han reducido las retenciones por rentas del capital un 14%, frente a un incremento del 4,7% en las correspondientes por rentas del trabajo.
Eliminados todos estos efectos, la recaudación por IRPF habría aumentado un 3,2%, lo que en cualquier caso es inferior al crecimiento nominal de la economía (en torno al 6%). Este impuesto representa un tercio de todos los ingresos del Estado.
La reforma del impuesto, prevista para 1999, puede agravar el problema, si bien el secretario de Estado de Presupuestos negó que vaya a impedir que se consiga reducir el déficit de todas las administraciones públicas (Estado, Seguridad Social, comunidades autónomas y ayuntamientos) al 1,7% del PIB.
El recorte será de medio punto, unos 400.000 millones de pesetas, esfuerzo que Folgado consideró "suficiente"de cara a la reducción de tipos de interés que requiere la convergencia con los países del euro. "Se podría ir más rápido", explicó, "pero no podemos hacer dejación de determinadas políticas sociales ni abandonar la inversión pública". Folgado insistió en que los salarios, tanto públicos como privados, deben acomodarse a la inflación media de la UE, para garantizar la competitividad y el empleo. Reconoció que en la actualidad no se alejan del promedio europeo, pero "no hay que bajar la guardia".
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