Hermano contra hermano
La construcción de una carretera que una Vic y Olot y que implica el túnel de Bracons, entre Sant Pere de Torelló y la población de Joanetes, ya en la Garrotxa, ha movilizado a amplios sectores de esta última comarca. Pintadas, panfletos, charlas y otras actuaciones tratan de galvanizar la oposición a una obra que, dicen sus detractores, se llevará por delante uno de los mejores paisajes de Cataluña sin suponer un incremento de bienestar para sus habitantes. La batalla de Bracons tiene un aspecto anecdótico. Los hados han querido que el encargado de sacar adelante la obra sea el ex alcalde de Olot y titular de Política Territorial y Obras Públicas, Pere Macias. Y enfrente, uno de los dirigentes de la oposición al proyecto es su hermano, el concejal de Iniciativa-Els Verds Miquel Macias. Un símbolo de la división que se vive en la zona más afectada por la nueva vía: la del valle de Bas. El Gobierno catalán defiende el túnel desde su utilidad y su función de reequilibrio territorial. Se trata de un elemento más de un eje que uniría Figueres con Manresa pasando por Olot, Manlleu y Vic. "El túnel de Bracons situaría Vic a menos de una hora de Figueres [81 kilómetros]", argumenta el Ejecutivo, que confía tanto en el proyecto que asegura: "La previsión de tránsito de más de 10.000 vehículos de media diaria por el túnel de Bracons [el doble que por el túnel del Cadí] permite prever una rentabilidad clara, incluso con peaje y financiación privada". A la oposición se la llevan los demonios cuando oye estas cosas: un túnel y, encima, de peaje. Pero de inmediato rectifica: "El asunto del peaje es menor, lo importante es que no se construya el túnel, que se llevaría por delante el paisaje y también la agricultura", afirma convencido Joan Boada, diputado de IC y residente en la comarca. El tramo más polémico tiene una longitud de 20 kilómetros de carretera con un carril de 3,5 metros de anchura en cada sentido de la marcha que permitiría una velocidad de 100 kilómetros por hora. Total, 25 minutos menos en el tramo de Vic a Olot. "Un ahorro irrisorio", dice Boada. La gente de la tierra tiene un argumento visual: el salto del roble, una caída de agua de no menos de 20 metros con una balsa rumorosa y tranquila a la que sólo se llega a pie por un camino salpicado de sombra y fresales, partiendo desde la ermita de Sant Mateu, una bella pieza románica, a las afueras de Joanetes. "Todo esto desaparecerá", aseguran elevando la mirada hacia el Puigsacalm. El movimiento antitúnel acaba de recibir lo que sus promotores no dudan en considerar un "refuerzo": la adhesión del catedrático de Geografía de la Universidad de Girona Joan Nogué, quien, en una conferencia pronunciada el pasado 13 de junio y que el movimiento reparte fotocopiada, calificó el proyecto de "impresentable". Una opinión que se suma a la de Naturalistas de Girona y que insiste en que hay un informe del Consejo de Protección de la Naturaleza que asegura: "Se recomienda la selección de una nueva alternativa" dado que la propuesta afecta a uno "de los espacios orográficos con más valores medioambientales de Cataluña y de un interés paisajístico excepcional. Espacio singular reconocido y valorado por el excursionismo histórico catalán".
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