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EL VIAJERO SENDENTARIO

Los condones y la Guardia Civil De la página taurina de la Junta a un peculiar recorrido histórico por Jaén

"Julio César paseó como usted pero guerreando por estos campos". El viajero ha meditado mucho esta frase, dicha a propósito de Jaén, que encontró en su primera incursión por la Andalucía imaginaria que reside en Internet, y concluye que tiene razón. El viajero se ha comprometido a andar durante varias jornadas por la red en busca de su país y lo hará sometido a azares y contratiempos parecidos a los del César. De una página sobre el vino acabará en otra sobre el renacimiento, de aquélla sobre las romerías brincará a una descripción del servicio de burrotaxis. Su primer paseo le procuró dos útiles consejos para cuando tenga que viajar de verdad a Jaén: si gasta condones y recala con ardores en Bailén debe comprarlos en origen pues los boticarios de allí consideran su uso inmoral, y si va en automóvil ha de cuidar la velocidad pues los agentes de Tráfico de esta parte se cuentan entre los más severos del mundo. El viajero, por ser ésta su primera jornada vagabundeando por la red, decidió comenzar por la página oficial de la Consejería de Turismo (www. Andalucía.org) nada más llamar a la puerta se encontró con la primera sorpresa. Siguiendo el orden natural decidió pellizcar el epígrafe Introducción al turismo de Andalucía, con la esperanza de encontrar una bienvenida o un resumen cabal que le sirviera de brújula, pero en cambio se encontró con una versión bíblica del Génesis para andaluces: "Hércules, hijo de Zeus, separó el Sur de Europa del Norte de Africa y estableció los límites del mundo, y para que quedara constancia dejó dos columnas, una llamada Abila, el peñasco de Ceuta, en la costa africana, y otra Calpe, el peñón de Gibraltar". En cierto estadio de la historia debieron aparecer los turistas, pero no consta. El viajero quedó perplejo y advirtió que el orden en Internet es una paparrucha, que los epígrafes engañan y que vale mejor la fortuna y el paseo a tontilocas. Así que en la misma página se fue a la Ruta de los toros donde encontró un peregrino análisis del carácter andaluz según uno sea de ésta o de aquella plaza. Algo, como se verá, muy útil para los forasteros. El público de Granada es "festivo y amable"; el de Algeciras "expansivo, cariñoso y entendido"; el de El Puerto usa un "talante muy entendido, pero nada cruel"; en Huelva la gente es efusiva y cariñosa con los toreros de valor, mientras que el espectador de la provincia de Jaén, donde los festejos de toros coinciden con el otoño es "austero, a su manera exigente, festivo también pese a los primeros fríos". Helado quedó el viajero de semejante análisis psicotaurino y de un golpe de ratón decidió asomarse a Jaén y, una vez en la encrucijada, optó casualmente por 48 horas en Jaén, (www.ujaen.es/48horas) de Juan Ramón de la Cuadra, en donde no sólo halló la frase sobre Julio César que lo hizo cavilar sino otras muchas reflexiones dignas de conocerse y las recomendaciones relativas a los condones y a la Guardia Civil. Por ejemplo, el viajero quedó pasmado cuando supo que el famoso lagarto de Jaén fue en realidad un dragón degradado por la incuria de sus paisanos y porque su matador, en vez de un san Jorge, fue un lugareño con boina. De la Cuadra resume a su manera la historia de Jaén, que empieza cuando los 100.000 hijos de san Luis, al contemplar la campiña de camino de Cádiz "presentaron armas de forma espontánea" a los olivos, y que culmina imprevistamente en el siglo XV: "Después de los Reyes Católicos queda poca historia que contar. Al igual que los países pequeños y las mujeres decentes Jaén tiene poca historia que contar". Aturdido por esta comparación, el viajero tanteó las ofertas artísticas de la página de De la Cuadra y estuvo en Úbeda, Baeza y Cazorla, pero sin mucho aprovechamiento. En la cabeza le rebullían César, la decencia, el lagarto y los condones, de modo que decidió meditar en vez de recorrer mundo. Así que desconectó el ordenador y regresó a su casa.

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