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EMPRESAS» Letra MLa productora es una de las pocas referencias en el mundo del corto

Por amor al arte

Alejandro Bolaños

Una frase, -"¡Niño, la tortilla!"-, un precipitado fundido en negro y una cámara de vídeo estropeada por la arena de la playa. En eso quedó el primer intento de rodar un cortometraje de un grupo de estudiantes, "conejillos de indias" de la primera promoción de Imagen y Sonido de la Universidad de Sevilla. La pasión por hacer cine pudo más y consiguieron terminar El higadito, la historia de un niño al que no le gustaba comer hígado, con la que ganaron el segundo premio de un certamen en Cádiz. Y 90.000 pesetas. "Por culpa de ese premio nos lo creímos" dice Paco R. Baños, uno de los socios de Letra M para explicar la aventura de crear una productora de cine en Sevilla. El higadito lo rodaron con una cámara de vídeo "del padre de alguien" y con todos haciendo de todo. "Los actores fuimos mi hermano pequeño y yo", enumera el reparto Daniel de Zayas, otro de los tenaces miembros de Letra M. "Pasábamos un poco de la historia de la Facultad, en la que apenas había material", recuerda De Zayas. Antes incluso de terminar la carrera se propusieron dar el salto a rodar en cine. Para ello exprimieron su método de trabajo. A saber: explotar a amigos y familiares y conseguir una cámara -para rodar en 16 milímetros esta vez-, a base de contactos. En lo primero contaron además con la colaboración de actores de la escena sevillana a cambio de vídeos promocionales. De todo aquello y mucha dedicación salió El millón, un corto que amenazó con no acabar nunca. Deprisa y corriendo -"por aquel entonces apenas sabíamos nada de subvenciones", aclara Baños-, presentaron la idea al programa de subvenciones de la Junta. Consiguieron el millón de pesetas para la categoría de cortometrajes y acabaron El millón. "Luego, no funcionó demasiado bien". En el mundo del corto, "funcionar", explica De Zayas, consiste en ganar algún premio en los más de 30 festivales dedicados al género en España, o recibir subvenciones de las administraciones. Desde 1993, año en el que El millón recibió su subvención, hasta este año, la Junta no ha vuelto a convocar ayudas para el cine de la región. Cinco años en los que los primeros esbozos de una industria cinematográfica andaluza se han borrado por falta de apoyo institucional. "Justo cuando había mucha gente con inquietud por sacar adelante sus historias", lamenta De Zayas. La travesía de este particular desierto financiero impulsó a Letra M a hacer de la necesidad, virtud. Juntaron a un grupo de amigos y montaron un proyecto colectivo: Cinexín 1. Catorce realizadores contaron con una lata de 30 metros de cinta y una cámara alquilada para contar historias de tres minutos. El primer pase de Cinexín 1 pilló desprevenidos a sus creadores. "Algunos de los directores incluso no pudieron pasar de tanta gente que había en el cineclub de Arquitectura", relata Baños. Y ahí no acabaron las sorpresas. Canal + se fijó en el proyecto y compró los derechos de emisión. Tan bien les fue que, como en los taquillazos norteamericanos, han decidido realizar la secuela, Cinexín 2. El presupuesto no es exactamente hollywoodiense: el Festival de Alcalá de Henares les concedió un millón y medio de pesetas como mejor proyecto colectivo y Canal + valoró en 2.700.000 los derechos de emisión. Eso sí, esta vez, las latas han sido de 122 metros (más de 10 minutos de rodaje) y han alquilado una cámara durante más de 5 semanas. El estreno, en el Teatro Central, en octubre. Entre ambas entregas de Cinexín, Letra M ha producido dos cortos: Marismas, de Modesto González, y Los Díaz Felices, un musical de Chiqui Carabante, aún sin estrenar. Y se han dedicado a otros menesteres más alimenticios como realizar programas infantiles para Canal Sur, vídeos industriales y anuncios para la pantalla grande. "Esta casa es una locura", dice De Zayas. Y el que más lo sufre es el dueño, Álvaro Alonso, otro de los socios de Letra M, que empezó cediendo un par de habitaciones para trabajar con ordenadores y vídeos y al que la extensión de la productora amenaza con dejarle sin espacio vital. El grupo duro de la productora lo completa Ana Rosa Diego. Hasta en el nombre, Letra M, bajo el que se escudan para hacer cine, hay un guiño a una película: El vampiro de Dusseldorf, de Fritz Lang. ALEJANDRO BOLAÑOS

Datos de interés

Dcienda El Carmen Tomares (Sevilla). Teléfono 95 415 46 52 Empleos 12 Facturación Cinco millones en 1997 Producción Audiovisual Han conseguido sacar adelante un puñado de cortos a pesar de que la Junta no ha convocado ayudas en cinco años

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