Un año después
Pretendiendo hacer un llamamiento que nos mueva por los senderos de la desaparición de la barbarie, por la destrucción de la máquina de matar que se jacta al llamarse izquierda abertzale y representa el extremismo más absoluto de un fascismo equiparable al hitleriano. Por vivir en auténtica democracia y gozar del derecho de vivir expresando libremente nuestras propias opiniones y, sobre todo, por mantener dignamente un derecho a la vida que en estos momentos nos resulta ciertamente ajeno. Porque el espíritu de Ermua se mantenga vivo en el tiempo de manera equiparable al profundo dolor que aún hace estremecer a la globalidad de las personas que vivimos con el corazón angustiado las últimas horas del concejal. Porque, de una vez por todas, se acabe con las distinciones que tachan a las víctimas de los etarras como muertos de primera o segunda categoría.Por demostrar que el sentido común es ingrediente esencial de la política de nuestro país, siendo posible que el primer aniversario de la muerte de Miguel Ángel pueda humanizar un ápice nuestro entorno, buscando soluciones al problema de Euskadi y afirmando la continuidad de lo que se hizo llamar espíritu de Ermua, sentimiento profundamente arraigado a las bases de la sociedad y tristemente olvidado por los políticos que dicen representarnos.
Por el fin de una demagogia barata que hace estremecer el espíritu de todas las personas que perdieron la vida a manos de dichos delincuentes. Por no extender una mano altruista en exceso al brazo político de ETA y por no permanecer imperturbables ante la continuidad y la magnitud de atentados, que se suceden cada vez más próximos en el tiempo; y esperando, en un acto de fe, que las fuerzas de seguridad del Estado puedan resolver lo que requiere de una solución más sutil e inteligente, que debe encontrarse, principalmente, en el seno del pueblo vasco.
En conclusión, por el respeto permanente y el olvido de las patrañas dialécticas con que se obsequian los llamados partidos demócratas mientras yace aún caliente el cuerpo de la última víctima.-
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