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Madrid, capital de la historia económica

Joaquín Estefanía

El desafío de la historia económica es ser una ciencia que estudia el pasado con la intención de aportar conocimientos que mejoren la comprensión del presente y que permitan una mejor planificación del futuro. Y ser capaz de transmitir sus preocupaciones y descubrimientos a un número creciente de lectores. Estas frases abren la puerta a un acontecimiento mayor que va a tener lugar en Madrid a finales del mes de agosto: el XII Congreso Internacional de Historia Económica. Después de muchas vicisitudes y de muchos meses de organización, Madrid va ser lugar de reunión de los mejores expertos del mundo en historia económica, entre ellos algún premio Nobel. Es la primera vez que un congreso de esta naturaleza va a tener lugar no ya en España, sino en un país de habla hispana. Varios centenares de historiadores de más de sesenta países, especializados en economía, debatirán sobre las tendencias actuales de esta disciplina, en un mes tan atípico como el de agosto. El presidente del congreso es el catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y premio Rey Juan Carlos de Economía (el más prestigioso en lengua castellana), Gabriel Tortella.Bajo la influencia de la economía actual, la historia económica ha desarrollado una tendencia a producir estudios econométricos muy técnicos, de difícil acceso para los lectores: la Cliometría. Los resultados de la Cliometría, opina Tortella, acostumbran a ser fascinantes: los cliómetras se han hecho famosos sobre todo por sus estudios sobre la viabilidad económica de la esclavitud y sobre la aportación del ferrocarril al crecimiento económico.

Para conocer el estado de la cuestión, nada mejor que la lectura del artículo de Tortella Los nuevos caminos de la historia económica (Claves de la Razón Práctica, número 84, julio-agosto de 1998). Escribe el economista: "En un principio fue Adam Smith; después fue Karl Marx. Ambos pueden ser considerados fundadores de la historia económica desde puntos de vista diametralmente opuestos.

Durante mucho tiempo, los dos pensadores simbolizaron dos visiones y sistemas antagónicos del mundo y de la historia. Sin embargo, hoy el espectro de Marx ya no recorre el mundo, y si lo hace, es de puntillas y muy tenuemente. Era el más espectacular de ambos, con su barba y sus melenas, con su lenguaje truculento y su tremenda brillantez expositiva; Adam Smith, levemente excéntrico, flemático, prosista lógico y claro, apelaba más al intelecto que a la emoción".

El organizador del Congreso, tras opinar que, después del derrumbe de la Unión Soviética, Smith parece haber ganado la batalla, se pregunta: sin esta bipolaridad intelectual que reflejaba la bipolaridad política del mundo, "¿qué queda hoy de las viejas batallas dialécticas?; ¿sigue la historia económica dando vueltas a los mismos problemas?; ¿se ha renovado?; ¿se ha convertido en otra cosa?; ¿se ha transformado en una abstrusa filosofía para eruditos a la violeta?; ¿tiene alguna relevancia para el mundo de hoy? Por sorprendente que parezca, la respuesta a todas estas preguntas es afirmativa".

Dar sentido a estas cuestiones es uno de los objetivos del Congreso de Historia Económica: si esta disciplina social ha abandonado la dialéctica de otros momentos anteriores, las polémicas no han cesado aunque hayan tomado otras direcciones. "Podríamos decir", afirma Tortella, "que ha vuelto a sus orígenes smithianos y a preguntarse de nuevo por las causas de la riqueza de las naciones".

Se ha dicho que cada generación hace su propia historia. Durante la primera parte del siglo XX, por ejemplo, la evolución de los precios fue uno de los pilares básicos de las preocupaciones de los historiadores. Hoy, la gran pregunta de la historia económica es qué hay que hacer para que las sociedades crezcan y aumente el bienestar de sus ciudadanos. Mientras una buena parte de los ciudadanos españoles veranean, los expertos estudiarán en el ferragosto madrileño las respuestas más acertadas.

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