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FRANCIA 98

Decisivo Ronaldo

Àngels Piñol

1994, Pasadena (Estados Unidos). Baggio falla el último penalti de Italia y los jugadores de Brasil, que habían contenido la tensión cogidos de la manos, se sueltan para celebrar la cuarta Copa del Mundo. Ronaldinho, un joven de 16 años, que luce una prótesis dental, confundido por algunos por un recogepelotas, duda en saltar o no encima de sus compañeros para sumarse al júbilo. No ha jugado ni un sólo minuto y le puede tanto divo junto. 1998, París (Francia). El diminutivo debe pasar a la historia y Ronaldo se dispone a jugar esta noche la final, su final, la que ha soñado con obsesión desde el lejano y caluroso día de Pasadena. Pese a las molestias que arrastra en un tobillo, está ante el partido de su vida. Tiene la costumbre de no fallar los grandes días. Ronaldo ha desequilibrado hasta ahora en tres de las cuatro finales que ha disputado con los clubes y su selección, salvo en la Copa de Holanda ganada con el PSV en la que salía de una lesión y no marcó. "Yo estoy habituado a la presión. Mi vida es así desde los 16 años: cuando me fui al PSV, al Barça y luego al Inter", explica. En eso tiene razón: Ronaldo jugó con el Barça en 1997 la final de la Recopa ante el Paris Saint Germain y fue él quién provocó y marcó el penalti. Este año disputó con el Inter la final de la UEFA ante el Lazio y logró un maravilloso gol por la escuadra (3-0). Y con Brasil, en la final de la Copa América ante Bolivia, acabó rompiendo el partido (3-0). Y quedan otros datos para la memoria: los encuentros que decantó a favor del Barça ante el Madrid (1-0) o su clamorosa despedida del Camp Nou. La Liga se escapaba -fue para el Madrid- y él tuvo fuerza para levantarse del suelo e inventarse un gol en el descuento ante el Deportivo.Superada ya su obsesión por dejar en Francia la jugada del Mundial, Ronaldo se ha reencontrado así mismo. Un mundo hay desde su debut el 12 de junio ante Escocia -apenas tocó dos balones- hasta la semifinal ante Holanda, cuando en el primer compás de la segunda parte dejó a un kilómetro al inmenso Frank de Boer e hizo inútil la angustiosa carrera de su ex compañero del PSV Cocú. Brasil le ha concedido el perdón. Y hasta Pelé le ha dado la absolución: "Todos sabemos quién es. Y Ronalo en los últimos días ha hecho grandes partidos".

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La fórmula francesa

Tras una irregular primera fase, Ronaldo despertó a partir de cuartos de final. Logró dos goles ante Chile (4-1); dio dos pases de gol a Bebeto y Rivaldo ante Dinamarca (3-2) y abrió el marcador, pese a su leve cojera, ante Holanda. Proclamado por la FIFA por dos años consecutivos mejor jugador del mundo, Ronaldo no ha ganado en sus clubes ni una Liga y sólo tiene títulos menores -una Recopa y una Copa de la UEFA y una Copa de Holanda-. Sabe que hoy tiene que demostrar el por qué de tantos títulos honoríficos, que debe mejorar su escueto currículo y lograr que a nadie en Brasil se le ocurra llamarle jamás Ronaldinho.

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