La fórmula francesa
Jacquet dirige un equipo multirracial, con Deschamps y el Mónaco como bandera
Javier Clemente, antes de dejar París, fue preguntado por su favorito para ganar el Mundial, y el técnico español respondió: "Me gustaría que fuera Francia". No era un cumplido ni una evasiva. Francia es depositaria de los valores que el técnico vasco siempre defendió: el equipo antes que la selección y el jugador; el grupo como nucleo de vida; la defensa como mejor ataque; y la fiabilidad por encima del riesgo. Estaba convencido Clemente de que si no era España sería Francia la que disputaría la hegemonía de Brasil, y de ahí su pronóstico. Le gusta Jacquet, entrenador que ha mantenido un pulso muy duro con la prensa, y le encanta como juega Francia, criticada por su conservadurismo.Hay algún paralelismo futbolístico entre los franceses y los españoles, y no sólo por la incomprensión de los dos seleccionadores y los puntos comunes en cuanto a dispositivo de juego. No son, sin embargo, dos gotas de agua. Tiene Francia una vida propia que viene marcada por el ascendiente del capitán, Didier Deschamps, y la convivencia entre los jugadores formados competitivamente en dos equipos distintos, Mónaco y Marsella, el punto intermedio entre las escuelas de formación y el calcio.
El Mónaco es uno de los principales proveedores de Francia. A Barthez, Henry y Trezeguet, que hoy figuran en su nómina, hay que añadir a otros futbolistas que se formaron en la ya llamada "escuela Arsene Wenger", el primer técnico extranjero que gana la Premier League, título conquistado esta temporada con el Arsenal. Wenger estuvo siete años al frente del Mónaco, y trabajó con un grupo de futbolistas que han dejado huella, entre ellos, Petit, Thuram y Djorkaeff (al margen de Weah). Trezeguet es un fichaje de Tigana, que lo adquirió tras hacerle una prueba de una hora, y en cuanto a Djorkaeff no se llevó nada bien con el entrenador, pero el legado humano de Wenger es más considerable que el material.
"La Deche", como se conoce a Deschamps, es la extensión del entrenador dentro y fuera de la cancha hasta el punto que hay la certeza de que manda más incluso que el seleccionador. La opinión del centrocampista del Juventus ha sido decisiva en la confección del equipo francés. Quiere jugar arropado y dirigir la nave a su gusto. La influencia de Deschamps sería tal que se cuenta que hay dos personas que juegan con la misma cabeza, y la otra no es una cualquiera. Dicen que Zidane hace siempre lo que dice Deschamps.
A Zizou Zidane le rechazó Tapie cuando pasaba por ser la mejor promesa del fútbol francés. Procede del Cannes, aunque se ganó su traspaso al Juventus tras disputar en 1996 la final de la Copa de la UEFA con el Girondins de Burdeos.
Tanto Cannes como Burdeos, así como el Auxerre (Givarc"h y Diomede) son otros dos buenos suministradores de futbolistas. Las escuelas de formación tienen gran tradición en Francia. Vieira se formó también en el Cannes, y el Nantes ha sido el equipo nodriza de Karembeu y también de Desailly y Deschamps.
El Nantes enseña a jugar y el Marsella compraba cuando tenía dinero (Barthez, campeón de Europa en el 1993 y Boghosian también han sido suyos). El Mónaco queda entremedio. Tiene francos e invierte en fichajes a medio plazo, futbolistas que crecen sin la presión del resultado ni la exigencia del público, muy distante, pese al escaparate que se le abrió con la Liga de Campeones. El asunto consiste en tener una buena red de ojeadores que acierten en las promesas, y el Mónaco pasa por tener uno de los mejores cuadros técnicos. Un ejemplo más: Jean Tigana, hoy entrenador del Mónaco, será seguramente el sucesor de Jacquet después del Mundial.
Queda, eso sí y es determinante, la facilidad con la que ha asumido la condición de selección multiracial, integradora y con un objetivo único: disputar la final del Mundial y ganarla. El fútbol ha unido a 22 futbolistas de distinta condición.
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