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Una medievalista, ante el reto de integrar a los hispanos de Nueva York

Louise Mirrer trata de cambiar un sistema educativo "que no funciona"

Louise Mirrer es la responsable de la política académica de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, la más grande de su país, que cuenta con 20 colleges y alberga a 200.000 estudiantes. La mitad de ellos son de habla no inglesa, y un tercio (unos 70.000) son de origen hispano. "La gran mayoría, dominicanos llegados recientemente. Ya han superado en número a los portoriqueños".Mirrer habló el viernes ante el Congreso de Hispanistas de Madrid -clausurado ayer por la ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre- como especialista en violencia medieval, pero ahora tiene ante sí un reto mucho más complicado: elevar la calidad de la enseñanza pública para conseguir que los éxitos académicos de los estudiantes ayuden a su integración real, "cumpliendo de verdad con el viejo precepto de la igualdad de oportunidades".

Optimista y activa, Mirrer sabe que está en medio de un asunto "muy caliente, paradójico y polémico, que aparece casi a diario en la prensa de Nueva York", y que la solución no es fácil y requiere tiempo. Para empezar, explica que se trata de un problema cultural, no estrictamente universitario. "El origen del conflicto está en la educación primaria y secundaria. El nivel del inglés escrito en las escuelas públicas ha bajado muchísimo en los últimos años, y no le alcanza a casi nadie, ya sea de habla inglesa o no, para aprobar el examen de ingreso en la universidad... Hace un año se subió el listón de ese ingreso poniendo una prueba muy fuerte de matemáticas, redacción y lectura".

Esa prueba se ha convertido en el caballo de batalla. "Demuestra muy poca simpatía hacia los que no llegan preparados. Y hay muchos inmigrantes que llegan al país sin saber una palabra de inglés. Pero a la vez ese examen perjudica mucho a las minorías norteamericanas, porque los extranjeros sólo deben aprobar una prueba, la de redacción. Hace un año creamos para ellos unos cursos gratuitos de inmersión, que duran un año, donde hacen la transición al inglés. Lo malo es que en un año no se puede aprobar ese examen".

Para acabar de complicar las cosas, el círculo se cierra con un hecho dramático: "Aunque es la universidad la que se ocupa de formar a los profesores de enseñanza preuniversitaria, sabemos que la calidad de esa enseñanza es muy baja, así que no podemos echar la culpa a la secundaria. Pero en este momento, además, tenemos un déficit de 20.000 maestros en la ciudad, muchos de ellos de español. Y si no hay maestros, ¿qué hacemos? Porque no podemos convertir a los alumnos en víctimas de un sistema que no funciona".

¿Pero cuál es el origen del laberinto? Según Mirrer, hay dos causas fundamentales. Una, la voluntad de ofrecer oportunidades reales a los inmigrantes, que se explica por una actitud específicamente neoyorquina, muy distinta a la que se vive, por ejemplo, en California: "En Nueva York siempre se ha creído que los inmigrantes pueden y deben formar parte de la economía".

Un representante de ese espíritu, dice Mirrer, es el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, cuya oficina financia, con el Estado de Nueva York, un tercio de las tarifas universitarias. "Giuliani es conservador, y propugna una vuelta a una educación tradicional, basada en una mezcla de mucha lectura y escritura, una base matemática fuerte y un buen conocimiento de la historia.Pero no es sospechoso de xenofobia en absoluto. Lo que pasa es que quiere elevar el nivel de instrucción sin pagar dos veces en balde: la escuela pública también es gratis".

Cultura "digest"

La segunda causa es más filosófica; según Mirrer, tiene que ver con la visión del mundo que ha adoptado Estados Unidos. "Hemos optado por la cultura visual frente a la cultura escrita. Y eso tiene sus consecuencias. Muchos estudiantes acaban la escuela secundaria sin haber leído una sola novela entera. Leen sólo fragmentos, siguiendo la estela de la nefasta tradición digest".Para Mirrer, todo es debatible salvo una cosa: "En Estados Unidos no es fácil ganarse la vida sólo con los estudios de secundaria". Por eso, trabaja ya en la creación de un nuevo sistema educativo. "Es muy emocionante. Es el momento de mejorarlo todo, y soy optimista. Vamos a colaborar con las escuelas públicas, a hacer cursos compensatorios.... Hace falta mucha energía, pero no podemos dejar de intentar integrar de verdad a todo el mundo".

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