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Arquitectos critican que se prolongue Blasco Ibáñez y califican de gris el proyecto municipal

En el estado de efervescencia urbanística que vive Valencia con la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el Palacio de Congresos y la actividad frenética de las promotoras con la construcción de miles de viviendas, el Colegio de Arquitectos abrió ayer sus puertas al futuro de El Cabanyal, cuyo proyecto de revitalización mediante la prolongación de Blasco Ibáñez está prácticamente decidida por el Ayuntamiento de Valencia, del PP. Cinco arquitectos mostraron la conveniencia de replantear la trama de este barrio, pero discreparon abiertamente sobre cómo acometerlo.

Todos los arquitectos que participaron en el debate Recuperación o destrucción de El Cabanyal-Canyamelar coincidieron en un eje central: es necesario un nuevo escenario que conlleva indefectiblemente una reforma del actual entramado urbano de emblemático barrio de Valencia, uno de los pocos que conservan una identidad propia en la ciudad, aunque su valor arquitectónico es minúsculo. Pero las fórmulas expuestas para recuperarlo e integrarlo en la ciudad de Valencia en un corto periodo de tiempo fueron fueron muy dispares: de unas mínimas operaciones de cirugía a una gran avenida hasta el mar que cortaría en dos el barrio. Las tres opciones que maneja el Ayuntamiento y que pueden acabar con la aprobación de una de ellas las presentó ayer el arquitecto y autor del Plan de Reforma Interior de El Cabanyal, Joaquin Monfort. Entre algunas críticas del público, mayoritariamente vecinos de la zona, enunció que el Ayuntamiento opta entre prolongar hasta Las Arenas la Avenida de Blasco Ibáñez con su misma anchura actual es decir, casi hasta el mar; prolongarlo con una desviación hacia el norte pero con una anchura menor o por el contrario, abordar la remodelación sólo con una plaza en la Estación de El Cabanyal y la construcción de un nuevo bulevar. Para Monfort, "la revitalización es el primer objetivo porque el barrio ha perdido el 30% de su población, se ha quedado al margen de la ciudad y además necesita urgentemente un reequipamiento dotacional". De estas propuestas el Ayuntamiento se decanta inicialmente por la prolongación a una anchura menor de la Avenida de Blasco Ibáñez, 50 metros en lugar de 100, con nuevas instalaciones dotacionales y nuevos ediificios que conllevarán las consecuentes expropiaciones. A las propuestas que suponen una prolongación lineal de Blasco Ibáñez al mar se opusieron los arquitectos Vicent Colomer, que participó en el concurso sobre la prolongación en 1989, Gustavo Vivas y Josep Lluís Ros. Los tres plantearon soluciones menos perjudiciales para el barrio actual y para sus habitantes. Proponen medidas más suaves que pasan, como dice Vivas, "más por un remate del actual final de Blasco Ibáñez que por una prolongación que sería "como destripar el barrio". El más duro fue Gustavo Vivas, que consideró la opción municipal como de una propuesta "gris" y lanzó la necesidad de volver a abrir un concurso para replantear el futuro de esta zona. En el debate no estaba ningún concejal del PP. Asistieron en cambio concejales de Esquerra Unida (EU) y la nueva portavoz y candidata del PSPV al Ayuntamiento de Valencia junto al concejal Miguel Albuixech. La polémica sobre la prolongación se arrastra dese hace más de un siglo y especialmente desde el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de finales de los años ochenta. El PP es favorable a la prolongación. El resto de partidos ya ha mostrado en las últimas semanas su oposición.

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