Los habitantes de Mesopotamia hacían basalto artificial
La civilización que caracterizó la región de Mesopotamia en el segundo milenio antes de Cristo no disponía ni de piedra, ni de madera en cantidad, ni de metales; la única materia prima a su alcance era la arena de aluvión. Sin embargo, ahora, investigadores que estudian esta zona han encontrado pruebas de que los habitantes de Mesopotamia, en aquellos lejanos tiempos, fueron capaces de hacer piedra artificial, una especie de basalto, lo que cambia la perspectiva de la capacidad tecnológica de esta civilización.Los datos, presentados por investigadores de varios centros de Estados Unidos en la revista Science, indican que el sedimento fue fundido a altas temperaturas y luego dejado enfriar lentamente en forma de grandes losas. A pesar de que hasta ahora se creía que todo el bronce y el cobre mesopotámicos eran importados y sólo se refinaban para luego convertirlos en distintos objetos¸ la aparición de estas losas, utilizadas probablemente para moler grano y en la construcción, hace pensar, por el contrario, en la existencia de una industria avanzada con procesos basados en tecnologías cerámicas y metalúrgicas.
Algunas losas y numerosos fragmentos de este basalto artificial han sido encontrados en las excavaciones realizadas cerca de las ruinas de un importante templo en Mashkan-shapir, 80 kilómetros al sur de Bagdad, por un equipo liderado por Elizabeth C. Stone, de la Universidad del Estado de Nueva York. Esta investigadora explica que el barro era utilizado por los mesopotámicos en cerámica, arquitectura, tablillas para escribir, objetos artísticos e incluso aperos agrícolas. Y ahora se ha visto que también convertían el barro en un material que tiene color, textura y propiedades mecánicas similares al basalto natural.
Para poder hacer esta afirmación, los investigadores han tenido que estudiar la composición química y características físicas de las losas rectangulares encontradas, de 80408 centímetros, con un lado rugoso y el otro liso. Las losas son de color negro, a excepción de la superficie rugosa, que presenta un tinte verdoso. Su composición, alta en óxido de calcio y de potasio y baja en aluminio y en hierro, no corresponde al basalto natural y sí a la de la arena del lugar. El bajísimo contenido en cobre indica igualmente que no son un subproducto de la fundición de este metal. La temperatura de fundición se ha calculado, para el basalto y para el barro, en 1.200 grados centígrados.
Los investigadores explican que, dada la dificultad que tienen para volver a la zona, sólo pueden deducir que el basalto sintético debió de producirse con tecnología derivada de la fundición de metales, en grandes hornos, de al menos un metro de diámetro, que se cargaban con arena y carbón y que luego se dejaban enfriar entre 20 y 40 horas. Con anterioridad a esta época se conocía la existencia de subproductos de las industrias cerámica y metalúrgica con idéntica composición, pero sin las vesículas características del basalto.
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