Los orangistas del Ulster acampan ante el cordón militar en Portadown
La gran barricada de acero y los miles de metros de alambre de espino colocados por las fuerzas de seguridad británicas en torno al barrio católico de Portadown cortaron ayer el paso a la protestante marcha de la Orden de Orange, que había convertido la marcha en un acto de desafío a quienes intentan crear un nuevo orden político en Irlanda del Norte. Los orangistas optaron por acampar en el lugar, donde cientos de ellos, vigilados por unos 2.000 policías y soldados, decían que van a esperar hasta que se les permita cruzar el pueblo. Al caer la noche, sin embargo, se produjeron diversos enfrentamientos en el centro de Belfast.
Los incidentes nocturnos se iniciaron cuando centenares de jóvenes protestantes incendiaron neumáticos, muebles y contenedores de basura, bloqueando Sandy Row, una céntrica arteria de Belfast. La policía desplazó a decenas de efectivos al lugar y poco después se habían hecho con el control, aunque admitían el riesgo de nuevos incidentes. Negras columnas de humo se levantaban también en otros puntos de la ciudad fruto de similares manifestaciones en solidaridad con los orangistas de Drumcree. Fuera de la capital una treintena de carreteras fueron bloqueadas.Los extremistas Luchadores de la Libertad del Ulster repetían la pintada: "Una religión, una corona, marcharemos en Portadown". Allí, horas antes, más de mil protestantes iniciaron el desfile desde en el centro de la localidad hasta la vecina iglesia de Drumcree, donde el primer domingo de julio los orangistas conmemoran la victoriosa campaña protestante del rey holandés Guillermo de Orange sobre las fuerzas papistas de James II, hace tres siglos. Los orangistas intentaron retornar a la ciudad atravesando el barrio católico de Garvaghy Road, pero se toparon con una muralla de cinco metros de altura, brigadas antidisturbios y soldados.
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Los orangistas desafían al Ejército con una protesta indefinida hasta poder desfilar
Viene de la primera página"Nos quedaremos aquí el tiempo que sea necesario hasta marchar por Garvaghy Road", dijeron los líderes de movimiento, que ha jurado permanecer un año hasta marchar por el barrio católico. Dos hombres consiguieron atravesar la alambrada, pero sólo para caer en brazos de la policía. En la ciudad, unos 60 protestantes abuchearon a la policía denunciando el espectacular despliegue.Esas protestas se extendieron brevemente a Belfast, donde piquetes de protestantes bloquearon calles en el norte y este de la ciudad. Ronnie Flanagan, el jefe del Royal Ulster Constabulary (RUC) reiteró que no toleraría disturbios como los que paralizaron a Irlanda del Norte en años pasados.
Sin embargo, horas más tarde se producían incidentes violentos tanto en Belfast, la capital de la provincia, como en otras localidades, cuando numerosos jóvenes unionistas salieron a la calle para apoyar a los orangistas.
Aparte de plantear un dolor de cabeza a Londres y transformar los prados de Drumcree en tierra de nadie, en una protesta indefinida hasta que logren desfilar, el movimiento orangista abrió un serio dilema para David Trimble, el líder proorangista del Partido Unionista del Ulster (UUP). Trimble ha denunciado la prohibición de la marcha como una grave conculcación de los derechos de los protestantes. Pero desde su flamante posición como primer ministro de la Asamblea autonómica elegida hace dos semanas, no puede ignorar el clamor de los nacionalistas norirlandeses que ven los desfiles como una afrenta triunfalista innecesaria y peligrosa.
En los últimos dos años, situaciones parecidas a la actual han provocado serios disturbios en toda la provincia. Esta vez funciona como inquietante trasfondo la ola de incendios de iglesias católicas perpetrados por extremistas protestantes amigos de los cerca de 80.000 orangistas de todo el Ulster. "Estamos en una batalla de voluntades. Ya veremos quién cede primero", declaró Joel Patton, el líder del Espíritu de Drumcree, una facción radicalizada de la Orden de Orange, que se sumó a los que acampaban cerca de la iglesia. "Nuestros enemigos saben que si perdemos el derecho de desfilar por Garvaghy Road, todos nuestros desfiles quedarán en peligro y desapareceremos del mapa".
En territorio católico, el dirigente nacionalista Breandan MacCionnaith expresó sospechas de que la policía esté planeando ceder a la presión protestante para permitir un desfile, relámpago y simbólico, por Garvaghy Road. "¿Cómo podemos confiar en gente que nos apalea en el suelo?", declaró refiriéndose al RUC y las tácticas empleadas en 1996 para satisfacer la demanda de los orangistas. Ese año y el siguiente la policía terminó protegiendo el desfile tras la movilización de los orangistas.
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