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Muerte al trovador

Mataron al trovador. Lounes Matoub ha sido el último de la lista de intelectuales y artistas asesinados, supuestamente a manos de los integristas islámicos argelinos. Y es que el trovador no callaba. Es el viejo conflicto entre la pluma y la espada, entre la voz del hombre y la voz de la ametralladora, entre la guitarra y la pistola. Quizás ellos crean que han asesinado a la lengua bereber, que han asesinado a toda la Kabilia. Han matado a un hombre, uno más, porque sabían que la detonación de la pistola iba a hacer ruido. En esta zona del mundo estamos acostumbrados a leer noticias de matanzas de civiles argelinos, pero son números sin nombre, corderos del rebaño que pasan a engrosar anónimamente las estadísticas. Lounes Matoub era una cabeza que se levantaba más alta que las otras y decidieron cortarla de una vez por todas. Si el Gobierno argelino no sabe proteger la vida de su población civil, es que tiene parte de responsabilidad en las muertes. De nada sirve que alguien anuncie que los autores del atentado serán detenidos y juzgados con todo el rigor de la ley. Eso no devolverá la vida a Matoub ni a los otros, a los números de las estadísticas. Matoub denunciaba que la misma educación argelina formaba monstruos. Supongo que su posicionamiento contra la ley del árabe, que pretende imponer el árabe clásico como única lengua oficial en detrimento del bereber, no era del gusto del Gobierno. Matoub representaba la resistencia cultural bereber contra la predominante corriente islamo-arabizante. Su muerte ha sido condenada por el Gobierno. Poco después nos encontramos con la noticia de que tres jóvenes argelinos, no árabes sino bereberes, han muerto en las manifestaciones de protesta por la muerte de Matoub, que se convirtieron en manifestaciones de protesta contra el Gobierno argelino, al que acusaban de "poder asesino". Sus muertes, que pasan a engrosar las malditas estadísticas, han sido justificadas por la necesidad de detener los "actos de violencia y de destrucción que provocan situaciones de anarquía". Visto desde la lejanía, se me antoja un despropósito del Gobierno argelino, una represión chapucera, precisamente otros tres mártires más, eso sí, repito: simples números a añadir a la larga lista de las víctimas del conflicto. Quizás sea conveniente reflexionar en las declaraciones del popular cantante argelino Jaled, amigo de Matoub, que refería en la emisora de radio France Inter: "La situación en el país es crítica. No sabemos quién mata, ni por qué". No estoy seguro de lo que quería decir Jaled. Tal vez sea éste un artículo que no habla de nada nuevo. Pero nunca está de más denunciar que sigue aumentando el número de muertos, y que son diversas, muy diversas, las responsabilidades.

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