Conocer los orígenes
El ciclo Los Siglos de Oro de la Fundación Caja de Madrid ha retomado su curso con un concierto excepcional. La avalancha de conmemoraciones musicales del cuarto centenario de la muerte de Felipe II habían desdeñado hasta ahora el canto llano, y cualquier repaso de la España musical del siglo XVI queda incompleto si no se aborda un repertorio sin el que no puede entenderse la polifonía o incluso una buena parte de las obras instrumentales que estamos escuchando al hilo de la celebración regia.Luis Lozano entiende el canto llano como elemento sustanciador de la liturgia, como una música esencialmente funcional que sirve a un propósito determinado, de ahí que sus conciertos o sus discos basculen en torno a una estructura cuidadosamente articulada.
Grupo Alfonso X El Sabio
Susana Marín (órgano). Director: Luis Lozano Virumbrales. Obras anónimas y de A. de Cabezón.Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, 1 de julio.
En este sentido, la planificación del programa ofrecido en El Escorial fue modélica, con la reconstrucción de una Misa de Santa María, una de esas Treynta mil missas por mi alma que el rey pidió en su testamento que se dijeran "lo más presto que se pueda" tras su muerte. Las fuentes adecuadas para el canto llano, que recogen ocasionalmente melodías que incorporan peculiaridades hispánicas enraizadas en la tradición popular y diferenciadas del uso romano, por un lado; y las obras de uno de los compositores más grandes que ha dado nuestro país, Antonio de Cabezón, por otro, fueron los elementos -sencillos sólo en apariencia- sobre los que Lozano construyó la secuencia litúrgica. Más amante de la sobriedad que del despliegue polifónico y admirador incondicional del arte de Cabezón, este concierto nos situaba, por tanto, muy cerca de la música que más amó Felipe II.
Nuevos matices
El Grupo Alfonso X el Sabio lleva más de dos décadas interpretando este repertorio, y eso se nota. Confiado a cantantes profesionales, el canto llano adquiere nuevos matices de color, de dinámica, de expresividad. Luis Lozano articula cada frase sin olvidar la estructura global que las gobierna, gracias a lo cual la música vive y respira, con las voces y el órgano hermanados en un todo lógico y coherente. Las piezas de Cabezón se entroncan en estas melodías y así lo entendió Susana Marín, siempre atenta a que no hubiera quiebras en las piezas alternadas, en el acompañamiento del bellísimo Credo hispánico o en el sucederse de monodia y polifonía. Fuera del que es su instrumento habitual, la otrora pianista dio muestras de sensibilidad y comprensión de una música extraordinariamente compleja. Su glosado del Ofertorio marcó uno de los puntos más altos de un concierto con sólo contados desfallecimientos (el tropo Spiritus et alme), y del que merecen destacarse también los solos del tenor Miguel Bernal.Hace años se vendieron miles de discos de canto gregoriano. Que aquello fue simple flor de un día quedó de manifiesto una vez más en los asientos -demasiados- que quedaron vacíos en un concierto cargado de intimidad, pero que reclamaba mayor respuesta por parte del público.
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