A Juan Barranco
Juan Barranco ha puesto un punto y seguido en su trayectoria política. Con coherencia, la generosidad y la inteligente visión de futuro de que ha hecho gala en todos estos años, Juan ha anunciado su marcha de la política municipal madrileña. Sin embargo, quienes le conocemos y le valoramos en lo que es y en lo que por fuerza ha de ser sabemos que este referente ine-ludible de la política madrileña y española está llamado a escribir muchas páginas aún en la historia de esta ciudad y de este país.Barranco ha sido precoz en el desarrollo de las tareas públicas y en la defensa del interés general. Desde muy joven ejerció las más altas responsabilidades en la dirección del que siempre ha sido su partido, el PSOE. Con sólo 30 años fue llamado a representar a los ciudadanos madrileños en las Cortes Generales como diputado nacional. Seis años después acompañaba a Enrique Tierno Galván en el gobierno municipal, debiendo ejercer las labores de alcalde con menos de 40 años de edad, tras la trágica muerte de aquél. Desde 1989 ha compatibilizado el trabajo como portavoz socialista en el Ayuntamiento con las funciones de senador por Madrid.
Todos estos retos los ha afrontado Juan Barranco con la misma valentía, con la capacidad de ilusión, de entrega y de trabajo y con la garantía de eficacia que le han llevado a merecer siempre la confianza de sus compañeros y el respaldo de los ciudadanos.
Sin duda, uno de los más importantes desafíos a los que ha tenido que enfrentarse Juan fue la sustitución del viejo profesor al frente de la Corporación madrileña. Labor difícil fue la de suplir el carisma y la extraordinaria personalidad de Tierno Galván, tanto en el corazón como en la valoración política de los vecinos de la villa. Pero, en sólo tres años, Juan Barranco supo ganar justamente el reconocimiento general a su magnífica tarea como alcalde de Madrid, y sólo un pacto de más que dudosa legitimidad política entre las derechas logró apearle del cargo.
Aquellos que hemos tenido la fortuna de acompañar a Juan Barranco en sus paseos por las calles de la capital, en sus recorridos por los mercados o por los centros de la cultura, y en sus comparecencias públicas, sabemos del enorme cariño que se le profesa en esta ciudad. A cada paso son decenas los hombres y mujeres, jóvenes sobre todo, que se acercan a compartir la indignación por la gestión del PP en el Ayuntamiento, a plantear una denuncia o una propuesta, a realizar una consulta o, simplemente, a manifestar la simpatía y el apoyo personal que les despierta aquél al que siempre han sentido cerca, entendiendo sus problemas, buscando soluciones y representando dignamente el interés general del municipio.
La prueba más evidente de este respaldo popular podemos encontrarla en la significativa aportación que la presencia de Juan Barranco en las listas electorales ha sumado a los resultados del PSOE en Madrid, así como la circunstancia de que, nueve años después de abandonar la presidencia de la Corporación, este socialista de Vallecas sigue obteniendo en las encuestas un grado de conocimiento, de popularidad y de valoración política superior al que disfruta el propio Álvarez del Manzano.
Varios son los factores que han contribuido a cimentar este mutuo cariño y reconocimiento entre Juan Barranco y los madrileños. Y todos tienen mucho que ver tanto con la personalidad como con los valores que se manifiestan recurrentemente en su larga e intensa carrera política. Primero, el talante abierto y dialogante, el saber escuchar y dar aliento a cuantos se le acercan, la capacidad de ejercer la empatía con aquellos a los que siempre se ha sentido cercano, los más desfavorecidos, las víctimas de la injusticia social, los marginados. Después, la honestidad y la coherencia. Defender las propias convicciones, no eludir las dificultades, estar junto a los amigos cuando lo necesitan, en los buenos tiempos y en los malos tiempos, son rasgos que quienes conocen a Juan sabrán reconocerle.
Ha sido Juan Barranco, durante estos tres lustros de trabajo municipal, un referente constante para la defensa de los valores tradicionales de la izquierda y, a la vez, para su innovación y actualización. Las banderas más definitorias de la izquierda, aquéllas que representan la libertad, la igualdad, la justicia, el reequilibrio social y territorial, el fortalecimiento de lo público, han ondeado en la plaza de la Villa junto a las que reivindican los derechos de las minorías, la tolerancia, el pacifismo, el respeto al medio ambiente o la lucha de las mujeres por ocupar el lugar que les corresponde en la sociedad y en la política. Por contra, los violentos, los insolidarios y los especuladores han encontrado en Juan Barranco un muro firme y difícil de salvar, en el gobierno o en la oposición. De su capacidad para analizar los problemas, para formular estrategias y líneas de acción política y para aglutinar esfuerzos y orientarlos en la dirección adecuada, pueden hablar los cientos de artículos, de intervenciones públicas, de proposiciones en la Corporación, o la interlocución provilegiada y la complicidad constante con sindicatos, asociaciones vecinales y ONG, o el respeto afectuoso que le brindan los numerosos funcionarios con los que ha trabajado codo con codo en estos años.
sto no es una despedida, ni mucho menos. Se trata tan sólo de una humilde muestra de gratitud hacia quien tanto ha dado en bien del proyecto común que compartimos los socialistas madrileños, y de reconocimiento para aquel que ha merecido un lugar destacado en la historia de esta ciudad. Y se trata, sobre todo, de un deseo y una certeza: el deseo de seguir contando con el empuje, el ingenio, el compromiso, la integridad -y la amistad- del compañero Juan Barranco, y la certeza de que Madrid, el partido socialista y la sociedad española van a tenerle presente y en forma por muchos años.
Parafraseando a Hernández, al compañero Juan Barranco le requiero para que siga, sigamos, defendiendo casos y causas nobles en el PSOE y desde el PSOE, compañero...
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