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El rincón de los barcos

Cruz Roja instala una guardería en el puerto de Almería para los niños de la "Operación Paso del Estrecho"

Tereixa Constenla

,Ni entre cinco voluntarios logran doblegar a Ayah, una pequeña pizpireta y díscola, capaz de ablandar una piedra con una mirada. La traviesa Ayah, en pleno proceso de reafirmación existencial ahora que ha dejado de ser la benjamina mimada de la familia, es una excepción entre los usuarios de la guardería que gestiona Cruz Roja en Almería para los niños que esperan cruzar el Estrecho. Ayah acude a diario al centro. Es más, cuando el personal llega a las 10.00 horas para abrir la guardería se encuentran con el rostro impaciente de Ayah que les espera a la entrada. La pequeña marroquí, hija de un comerciante, que ha montado uno de los tenderetes de venta de mantas en el puerto almeriense, es una usuaria fiel de las instalaciones de Cruz Roja. Lo habitual, sin embargo, son estancias breves, de intervalos cortos, comprendidos entre la llegada de la familia al recinto portuario y la hora de salida de algún ferry con destino a Melilla o Nador (Marruecos). El servicio de guardería, instalado en una nave prefabricada, pretende aliviar la espera de los niños y, sobre todo, contribuir a rebajar el número de atropellos que sufren los pequeños magrebíes mientras matan las horas en el puerto. "Vimos necesaria la creación de un espacio infantil que hiciese la estancia lo más confortable posible", explica María del Mar Rodríguez Rodríguez, responsable de cooperación internacional de Cruz Roja en Almería. Entre el mediodía y las 16.00 horas, los termómetros se dislocan en la explanada portuaria. En días osados pueden saltar de los 45º, sin que muchas familias de emigrantes magrebíes abandonen sus automóviles recalentados. Los niños, especialmente, sufren trastornos por deshidratación, que la guardería combate con un horario de apertura ininterrumpida de 10.00 a 22.00 horas y con aire acondicionado. Hay 14 personas, distribuidas en dos turnos, que se dedican exclusivamente a atender este servicio, el único existente en los puertos andaluces incluidos en la Operación Paso del Estrecho. La demanda justifica plenamente la guardería: un millar de menores utilizaron las dependencias en 1997, el primer año de funcionamiento. En los cuatro días que lleva abierto han pasado 129 críos, una cifra que comenzará a dispararse conforme avance julio. Y cuando concluya el Mundial de Francia, que ha frenado el goteo de los emigrantes. El personal de Cruz Roja, acostumbrado a trabajar con pequeños españoles en otras actividades, encuentra estimulante la experiencia multicultural y la obligación de salvar barreras idiomáticas con otros recursos. "Aquí está todo lleno de gestos, trabajamos más la expresión y el lenguaje corporal para mostrar sentimientos y confianza", comenta Fabio Quintero, un voluntario de 22 años, que dirige la sección juvenil de la ONG. Los cuidadores se comunican en inglés y francés con algunos críos, pero el árabe es la lengua común de todos los menores, con independencia de sus países europeos de origen -Bélgica, Alemania, Holanda y Francia-, que les permite compartir juegos de damas, parchís o ¿Quién es quién?. Hay, por lo demás, un lenguaje común y universal que domina el interior de la guardería: la pintura. Decenas de láminas coloreadas o de dibujos propios adornan las paredes del recinto. En ellos destaca un objeto repetido, como un anhelo constante en la imaginación de los críos que se enfrentan al papel en blanco: los barcos, reproducidos como grandes y luminosas embarcaciones similares a los ferrys que esperan para regresar a Africa.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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