Laguna del Portil
Queremos expresar nuestra más enérgica protesta contra las obras que se están realizando junto a la Laguna del Portil. Gran cantidad de pinos están siendo arrancados, se están realizando importantes movimientos de tierras y se están construyendo carriles de gran anchura, todo ello, al parecer, con la finalidad de urbanizar la zona. Nos referimos al lado oeste de la laguna, término de Punta Umbría. No podemos entender que una joya de enorme valor ecológico y paisajístico que, además, ya ha sido agredida por urbanizaciones que llegaron hasta casi su misma orilla, pueda ser atacada de nuevo, de forma irreversible, con el beneplácito de un ayuntamiento que se precia públicamente de proteger el medio ambiente. Solicitamos de esa delegación la inspección de la zona, la paralización inmediata de las obras y la posterior regeneración de los daños ya causados. Debemos ser conscientes de que estamos destruyendo para siempre auténticas maravillas naturales que la costa onubense tiene la suerte de poseer, a cambio de mezquinos intereses económicos de corto alcance. Es nuestra responsabilidad que ello no siga ocurriendo, que sepamos conservar estos parajes y legarlos a futuras generaciones.- y 15 firmas más. .
Ruta de la Plata
En el plan de construcción de autovías por la Administración se halla con varios años de retraso el desdoblamiento de la N-630 (Sevilla-Gijón), que habrá de ser la autovía Ruta de la Plata, siguiendo su histórica denominación. Esta importantísima vía unirá el suroeste peninsular con Extremadura, Portugal y el noroeste de España. Parece que la realización de esta obra, considerada prioritaria en tiempos, ha sido pospuesta a favor de otras en cuya materialización ha contado más la presión partidista u otros intereses. Recientemente, en esta carretera han ocurrido 11 muertos en tres días, en los aledaños de la aldea Las Pajanosas, cruzada por la N-630. Este múltiple accidente ha "resucitado" el interés general por resolver esta situación, demorada infundadamente. Confiemos ahora que las fuerzas parlamentarias y gubernamentales no esperen a que sucedan otras nuevas desgracias, en ésta más que transitada vía, para remover los obstáculos ¿económicos? Que impiden que la N-630 deje de ser el único acceso a la capital de la comunidad autonómica que no es autovía; además de otros perjuicios que para el tráfico de personas y cosas sufren los territorios señalados al principio. Territorios que, por su relevancia demográfica, geográfica y política, merecen, al menos, el mismo tratamiento -en tiempo y forma- que el enlace entre dos ciudades turísticas del sur o del este peninsular. En esta línea nos adheridos a la reclamación que han efectuado responsables municipales de la comarca.- , presidenta de la Asociación de Vecinos El Encinar. .
Un país auténtico
Existe la creencia exagerada y utópica de que el alpujarreño es por naturaleza un ser inteligente y sabio, definición ésta que compartida por muchos, bien conviene matizar, por cuanto lo que acontece es sin duda una simple confusión con esa manera de vivir antigua, hoy extraña en el mundo moderno por auténtica: la de sujetar nuestra conducta y acciones al pensamiento, y más en concreto a nuestras palabras. Es decir, ser coherentes y congruentes con nosotros mismos, esencia ésta de cualquier creación y fuente suprema de la vitalidad humana. De ahí el que se diga, y repita, que en la Alpujarra tiene aún sentido la palabra, y valor su contenido, o de que se diga e insista que en la Alpujarra todavía es posible la vida. Sólo hace falta atender o escuchar para aprender el ritmo. No otra cosa fue lo que hizo en los años cincuenta el etnólogo y arqueólogo suizo Jean-Christian Spahni, autor del libro La Alpujarra, la Andalucía secreta, quien tras varios meses entre nosotros reconocería haber encontrado aquí arriba, "justo al lado del cielo", ese silencio benefactor que tanto se parece o asemeja a la felicidad. Las palabras de Spahni nos sirven como aviso y recomendación a los muchos visitantes y emigrantes retornados para que respeten y preserven, no sólo el paisaje de la Alpujarra, sino también el paisanaje, la dignidad de un pueblo, al que todavía es posible oírle latir el corazón. Así como sírvanos también para recordarles a todos, principalmente a los gobernantes, que la solución y porvenir de la Alpujarra no está en llamar la atención a costa de lo que sea, sino que hay que saber dónde se pisa y lo que se hace. Por eso, su salvación, creo yo, debe pasar siempre por el conocimiento histórico y geográfico de cada uno de sus pueblos, la conservación de sus fiestas y tradiciones, el estudio de sus costumbres más antiguas y la rehabilitación y respeto de la vejez como enseñantes naturales de los más jóvenes. "El desprecio del pasado -no lo olvidemos- significa el del hombre mismo y, como consecuencia, la muerte ineluctable de un pueblo", dijo Spahni.- . .
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