_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fanáticos

Rosa Montero

Vi su foto el otro día en los periódicos: tieso como una momia, displicente y altivo. Hablo de Ahmed Yasin, el fundador de Hamás, el partido integrista palestino. Yasin tiene 62 años y está inválido, prácticamente ciego y casi sordo. Qué magnífica metáfora del fanatismo: resulta que ese grupo de intolerantes que es Hamás está dirigido por un líder inmóvil, ciego y sordo; esto es, por un ser seriamente dificultado para conectarse con la realidad y para comunicarse con sus semejantes. Claro que, en el fanático, la verdadera minusvalidez es la mental; es ahí, en la ceguera y la sordera del entendimiento, en donde el dogmático muta en alienígena.Dentro del encierro de sí mismo, en esa quietud oscura y silenciosa, el fanático se puede entregar sin cortapisas a su delirio. Así debe de suceder con todos los integristas: también con los asesinos que mataron a Zamarreño, y con aquellos miserables de HB que les apoyan. Ciegos, sordos e inmóviles, más rígidos que un cadáver, los fundamentalistas del planeta acaban cobardemente con todo lo vivo, con todos los que miran, escuchan y se mueven. Con cantantes populares como Lunes Matub, mártir en Argelia; o con un concejal como Zamarreño. Quiero decir que no es casual que ETA se esté cebando en los representantes municipales: ellos son la voz y la voluntad de los vecinos, el primer escalón en la autodeterminación y la libertad de un colectivo.

Que sepan estos etarras energúmenos, en fin, que no tienen nada de gudaris heroicos, sino que son primos hermanos de aquellos que degüellan niños en Argelia, y de los bárbaros talibán que atormentan a las mujeres en Afganistán. Seres quietos, mórbidos, encerrados en sí mismos, enajenados, extranjeros de lo humano. Tipos ciegos y sordos a los que sólo les queda la palabra. Y sólo la usan para matar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_