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Los liberales alemanes cierran filas en torno a Kohl

Pilar Bonet

El Partido Liberal (FDP), que ha participado sin interrupción en todos los gobiernos alemanes desde 1969, renovó su voto de fidelidad a Helmut Kohl a pesar del signo adverso de las encuestas, y se pronunció por una coalición con la Unión Democrática Cristiana (CDU) y la Unión Social-Cristiana (CSU) en la próxima legislatura. Esta decisión, aprobada por mayoría en un congreso iniciado ayer en Leipzig, había sido exigida con vehemencia por el presidente del partido, Wolfgang Gerhardt, para acabar con una destructiva discusión sobre el liderazgo de Kohl.Un agitado debate evidenció en Leipzig el desgarramiento interno de los liberales, que, tras obtener un 6,9% de los votos en 1994, ven ahora peligrar su papel tradicional de fiel de la balanza política alemana.

Los fantasmas de los liberales afloraron ayer en Leipzig: la competencia de otros partidos (los Verdes), la posibilidad de otros pactos (la gran coalición entre democristianos y socialdemócratas), el desgaste causado por la participación en la política de Kohl y la falta de una definición consecuente con su ideología liberal. "Hay que concentrarse en el enemigo político, y no en nosotros mismos", dijo el presidente de honor del FDP, Otto Lambsdorff, que compartió la tribuna con el ministro de Exteriores, Klaus Kinkel, y su predecesor en el cargo, Hans Dietrich Genscher.

Inicialmente, el debate sobre la coalición debería haberse producido en agosto, pero las polémicas sobre la orientación futura de partido y las dudas sobre la conveniencia de dejar una puerta abierta a los socialdemócratas minaban la credibilidad del FDP. La gota que colmó el vaso la destiló el secretario general, Guido Westerwelle, que volvió a reabrir el debate sobre el liderazgo del canciller federal. Gerhardt optó entonces por zanjar el problema de la futura coalición, para dedicarse a trasmitir el mensaje liberal con un programa de clara orientación ideológica. El FDP, sin embargo, está atrapado en una contradicción, ya que cuanto más refuerza la personalidad que corresponde a su etiqueta más se aleja del modelo paternalista de economía social de mercado de la CDU, con la que asocia su destino.

La fidelidad del FDP tiene, con todo, un valor limitado. Burkhard Hirsh, el vicepresidente del Bundestag, dijo ayer que la coalición es sólo una vía para un fin y que las decisiones se tomarán después del 27 de septiembre, fecha de las elecciones, en función de las mayorías obtenidas. Por su parte, la exministra de Justicia Sabine Leutheusser-Schnarrenberger advirtió con pesimismo que las encuestas indican que es imposible formar una mayoría gubernamental con la CDU. El exministro de economía Jürgen Möllerman, que ha sido partidario de pactar con el SPD, advirtió que los liberales deben luchar por ellos mismos y por sus propios puntos programáticos y no por la CDU.

La resolución de continuar la coalición no está condicionada, como proponían más de medio centenar de delegados, pero va acompañada de cinco puntos formulados por Gerhardt. Entre ellos figuran una reforma de la economía social de mercado con reducción de impuestos y una reforma privatizadora del sistema de seguridad social, un programa de reactivación económica del Este de Alemania, una liberalización del sistema educativo con más autonomía universitaria y la modernización del derecho de ciudadanía, así como una política exterior orientada a la integración europea.

Gerhardt hizo ayer esfuerzos por mostrar su distancia con el SPD, pero también criticó a la CDU y la CSU por haber frenado la reforma del sistema de pensiones, la reforma fiscal, las privatizaciones y la reforma de la sanidad.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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