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La Audiencia condena a 10 guardias civiles por torturas a dos detenidos

Jan Martínez Ahrens

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 10 guardias civiles por torturar a dos detenidos en el cuartel de Colmenar Viejo en octubre de 1994. Las penas oscilan entre los ocho meses, la máxima (impuesta a dos guardias), y dos meses, la mínima. Todas ellas por delitos de torturas y acompañadas de la inhabilitación por seis años y un día. Aunque ningún agente ingresará en prisión, se trata del mayor número de efectivos de las fuerzas de seguridad condenado por torturas en Madrid en los últimos 15 años. Otros tres guardias procesados han sido absueltos y uno ha sido sancionado por faltas de lesiones y amenazas.Los hechos juzgados se remontan a la noche del 21 de octubre de 1994, cuando en el pub Color de Colmenar de Oreja se desató una pelea en la que tres vecinos (Cecilio Rodríguez Martín, Pedro Rodríguez Gómez y José Luis Villanova Fermosell) se enfrentaron al cabo Miguel Izquierdo Vega (en aquel momento, comandante del puesto en funciones) y a los guardias Jorge Moreno Jiménez y Carlos Argibay Olmo. Al enterarse del incidente, un teniente, que no ha sido procesado, asumió la investigación y nombró secretario del atestado al cabo Francisco José Chincoa Bermúdez (condenado por tortura). Poco después se sucedieron las tres detenciones. Y empezó la desenfrenada actuación policial, que duró, con golpes, insultos, vejaciones y amenazas, del 22 al 24 de octubre, día en que las víctimas fueron puestas a disposición judicial. Una vez libres, denunciaron los hechos. Tres años después, la sentencia se ha hecho pública. Pero su resultado no ha convencido ni a los acusadores ni a las defensas.

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Teodoro Mota, abogado de la Asociación contra la Tortura y representante de la acción popular, destacó la desproporción entre los "gravísimos" hechos reconocidos en la sentencia y su sanción penal. "Pese a las torturas que sufrieron los detenidos, la pena máxima ha sido muy baja, sólo de ocho meses", dijo Mota, quien anunció que recurrirá el fallo ante el Tribunal Supremo. El abogado de la defensa, Mariano Casado, aunque contento por la reducción de penas y las absoluciones, señaló que no se había aceptado la nulidad de actuaciones que había pedido, por lo que recurrirá al Supremo.

PASA A LA PÁGINA 3

Siete guardias golpearon e insultaron a un detenido que estaba esposado en una silla

VIENE DE LA PÁGINA 1Éste es el relato de hechos judiciales de las tres detenciones y de las torturas o agresiones que sufrieron las víctimas a manos de los agentes condenados.

Cecilio Rodríguez Martín. Fue detenido el sábado 22 de octubre a las once de la mañana en su casa. Una vez en el cuartel, los guardias le advirtieron que si no hablaba se lo iba "a comer todo". Tras prestar declaración con abogado, fue conducido al ambulatorio por las magulladuras que presentaba en la cara por la pelea en el bar Color. Pero, antes de partir, el guardia Fernando Paredes Chamero, franco de servicio, se acercó a Cecilio y, tras preguntarle de qué color tenía los ojos, le propinó un puñetazo en la cara, justo en el pómulo que tenía dañado.

De vuelta del ambulatorio fue metido en un calabozo. Allí entraron por la noche los guardias Miguel Izquierdo Vega, Vicente Zamora Follana y Fernando Paredes Chamero. Éstos llevaron a Cecilio a una habitación contigua, donde el cabo Izquierdo le agarró al tiempo que le decía: "¡Mira cómo me has puesto la cara!". Entretanto, Zamora golpeaba la cara al detenido y Paredes le interrogaba sobre quiénes eran sus compañeros en el pub Color. "Somos 38, y los que no están aquí están con tu madre", le decían. Finalmente, el cabo ordenó: "Deja de darle ahí, que le vas a marcar".

No acabaron ahí los malos tratos. El lunes por la mañana, antes de ser conducido ante el juez, Cecilio fue llevado a una sala del cuartel, donde el guardia Jorge Moreno Jiménez, al grito de "éste es el cabrón de anoche", le arreó varios puñetazos y un rodillazo en el pecho. Acto seguido, el agente José Antonio Gutiérrez Sevilla propinó al detenido una patada y un rodillazo en el pecho. Luego, Moreno le puso las esposas "apretándolas fuertemente para causarle dolor". La queja de la víctima sólo sirvió para que el guardia le alzase brazos y le hiciese más daño.

Antes de entrar en el juzgado de instrucción, Moreno apuntó con su mano al detenido e hizo gesto de disparar.

José Luis Villanova. Fue detenido a las 23.00 del domingo 23 de octubre de 1994 por los guardias Vicente Zamora Follana y Raúl Javier Burgos Burgos. Nada más verle, Zamora espetó: "Éste es el hijo de puta que andábamos buscando". El guardia Burgos pusó las esposas al detenido y le preguntó si estaban bien. Al contestar afirmativamente la víctima, Burgos apretó más los grilletes para hacerle daño. Una vez en el cuartel, Villanova, esposado, fue llevado a una sala de espera. Allí, el cabo Izquierdo derribó a la víctima de una patada y un puñetazo, al tiempo que le recriminaba haberle herido en un pómulo en la pelea del bar Color. El guardia Burgos sujetó entonces a Izquierdo para evitar que le pegase más "porque le iba a marcar". Al ser registrado, Burgos encontró en el bolsillo del detenido un caramelo. Con este pretexto le golpeó en la nuca.

A las dos de la madrugada del lunes, la víctima, aún esposada, fue llevado a una sala donde "se le informó de sus derechos como detenido". En el cuarto se encontraban los guardias Argibay, Burgos, Antonio Manuel Inurria Sánchez, José Antonio Gutiérrez Sevilla, Daniel Calvo Cano, José Tomás Tocino Benítez y el secretario del atestado, Franciso JoséChincoa. Villanova, sentado en una silla y esposado por la espalda, recibía sus golpes (que le hacían caer de la silla), sus bofetadas y sus insultos. Le decían, por ejemplo, que querían violar a su madre. O bien, como le soltó el guardia Gutiérrez Sevilla, que le iban a "hacer la bañera".

En ese momento, los guardias le dijeron a la víctima que le iban a presentar un amigo. Entró en la sala un hombre con albornoz azul y guantes de boxeo. No paraba de lanzar golpes al aire. Los agentes le presentaron como el doctor Tricornio. Su figura, en el umbral, aterrorizó a Villanova. Los guardias, entretanto, se reían.

Por la mañana, cuando esperaba para subir al coche de la Guardia Civil que le iba a llevar al Juzgado de Instrucción número 2 de Colmenar Viejo, Villanova sufrió el último ataque. El guardia Moreno se dirigió hacia él, le propinó un cabezazo y le arrojó contra un armario, al tiempo que le decía que "ya se verían fuera", y le hacía el gesto de disparar un arma.

Pedro Rodríguez Gómez. En su caso no hay condenas por torturas. Fue detenido a las 14.00 del sábado 22 de octubre por los guardias Zamora e Israel Gutiérrez Zamarreño. Al llegar al cuartel, el cabo Chincoa le propinó de repente un puñetazo en la cara. En el relato de hechos de la sentencia no constan más agresiones. Los jueces señalan que su testimonio en el juicio les causó perplejidad por su desmemoria y sus vacilaciones, en comparación con la firmeza mostrada por otros denunciantes de malos tratos policiales. Por ello todos los acusados en relación con las torturas que decía haber sufrido fueron absueltos.

El abogado de la acción popular, Teodoro Mota, criticó la falta de sensibilidad de la sentencia hacia esta víctima. "¿Cómo no va a incurrir en contradicciones después de tres años esperando juicio? ¿Acaso no tenía marcas de golpes al salir del cuartel?", señaló Mota.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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