Argentina envía a España a dos condenados por el ataque a La Tablada
Los dos españoles condenados a cadena perpetua en Argentina por el sangriento asalto al cuartel de La Tablada (Buenos Aires), en enero de 1989, llegarán el próximo mes a España para continuar el cumplimiento de la sentencia, según han confirmado a este diario fuentes diplomáticas.
Ambos se benefician del tratado sobre traslado de condenados firmado por los Gobiernos de Argentina y España el 29 de octubre de 1987. Joaquín Ramos Mora y Luis Darío Ramos Salvetti forman parte de los últimos proscritos de los enfrentamiento en la Argentina de los años setenta y ochenta, que están recluidos de por vida en el penal de Caseros, un mastodóntico y horripilante edificio no muy lejos del centro de Buenos Aires.Allí, 11 jóvenes sobreviven desde hace nueve años y medio sin ver el sol en el pabellón que alberga a los presos considerados más peligrosos. En todo este tiempo sólo han respirado aire carcelario, porque el penal no dispone de ningún patio exterior.
El juicio, que dictó 15 condenas a cadena perpetua -el máximo cabecilla del asalto, Enrique Gorriarán Merlo, está en la cárcel de Devoto y tres mujeres en la de Ezeiza-, tuvo escasas garantías para la defensa, según denunciaron diversas organizaciones humanitarias y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.
Las gestiones para su traslado a España se iniciaron en marzo de 1993, cuando los dos presos presentaron la solicitud. El Consejo de Ministros, presidido entonces por Felipe González, aceptó la petición, y el Ministerio de Justicia argentino dio su aprobación. Pero el fiscal Ramón Pleé, del Tribunal de San Martín, interpuso una serie de recursos contra el traslado, basándose en la gravedad de los hechos juzgados, que demoraron la decisión final.
El caso llegó a la Corte Suprema, que ha emitido su fallo irrevocable: los dos condenados, que tienen la doble nacionalidad, podrán cumplir el resto de la condena en España, y pasarán a depender del sistema penitenciario español. Durante estos años de trámites burocráticos, Felipe González, Manuel Fraga, Pascual Sala y José María Aznar, entre otros, hicieron gestiones ante las autoridades argentinas.
El asalto a la guarnición mecanizada de La Tablada terminó en un baño de sangre. El Ejército utilizó un auténtico arsenal -incluso bombas de fósforo- para recuperar el cuartel. Murieron 28 atacantes y 11 militares en el enfrentamiento, y 4 asaltantes están desaparecidos. El Movimiento Todos por la Patria (MTP) se atribuyó la operación, que sólo contribuyó a debilitar al Gobierno democrático de Raúl Alfonsín frente al envalentonamiento de los uniformados. Poco después, el presidente firmó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que instauraban por decreto el olvido de los crímenes de la dictadura militar.
Terroristas y criminales
La prensa, la clase política y buena parte de la opinión pública argentina presenta a los asaltantes de La Tablada como terroristas y criminales sin derecho a la redención, pero una visita al penal de Caseros es suficiente para comprobar que no se trata de asesinos desalmados. Joaquín Ramos, nacido en Buenos Aires, no había cumplido los 20 años cuando entró en La Tablada armado con una escopeta de caza junto a otros 50 con armas similares y algún fusil robado en el cuartel. "Yo no había recibido ningún entrenamiento militar y creo que los otros tampoco. No puedo decirle si la acción estaba bien o mal preparada. Quizá fuimos un poco osados", dice en la sala de visitas del penal. "Todo el mundo sabía que los militares iban a dar un golpe que empezaría en La Tablada.¿Repetiría aquella aventura? "Intentaría algo mucho más efectivo", responde con seguridad.
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