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Havel encarga a los socialdemócratas la formación del nuevo Gobierno checo

El presidente checo, Vaclav Havel, encargó anoche al líder del Partido Socialdemócrata (CSSD), Milos Zeman, la formación del nuevo Gobierno. Es la opción más lógica, pues su partido ganó las elecciones generales. Pese a ello, la tarea de Zeman parece titánica. Las dificultades para formar un Gobierno basado en una mayoría sólida y estable son inmensas debido al intricado sistema de reparto de diputados. Esto ha llevado a un debate nacional sobre la conveniencia de cambiar la ley electoral y buscar fórmulas diferentes a la pura proporcionalidad a la hora de convertir los votos en escaños.El politólogo Jiri Pehe, asesor de Havel, declaró ayer a este periódico en su despacho del castillo de Praga que tras las elecciones existe una situación de «bloqueo democrático», es decir «un empate, que hará muy difícil formar una coalición mayoritaria».

La histórica victoria electoral de los socialdemócratas (CSSD) podría no servirles de nada. Un político del CSSD resumía, con una dosis de cinismo, la situación: «Hemos sufrido una victoria». A pesar de ser el partido más votado, con un 32,31% y 74 escaños, el CSSD tiene casi todas las papeletas para seguir en la oposición, pues no parece que pueda conseguir los 101 escaños necesarios para la mayoría absoluta en un Parlamento de 200 diputados.

Con los democristianos (KDU), que lograron un 9% y 20 escaños, el CSSD sólo podría gobernar si se sumase a la coalición el partido liberal de derecha Unión de la Libertad (US), que consiguió un 8,6% y 19 escaños. Esta combinación CSSD KDU US daría una mayoría de 113 diputados, pero la rechaza el dirigente de la Unión de la Libertad (US), el ex ministro Jan Ruml.

La otra posibilidad, más real, sería una reedición de la coalición derechista: el ODS de Klaus, que consiguió un 27,74% y 63 escaños, más los democristianos (KDU) y la Unión de la Libertad (US). Esta coalición sumaría 102 escaños, uno más que la mayoría absoluta. Sería más de lo mismo, con el incombustible Klaus de nuevo al frente del Gobierno en la República Checa. Los dirigentes democristianos (KDU) y los liberales (US) escindidos de Klaus, que le apuñalaron hace poco más de medio año, tendrían que sentarse de nuevo en el Gobierno con el hombre al que abandonaron bajo la acusación de corrupción.

Klaus realizó una campaña basada en un feroz anticomunismo, con llamamientos a la «movilización» y advertencias de que los años terminados en ocho son nefastos para el pueblo checo: en 1948 se produjo el golpe de Praga que llevó al poder a los comunistas; en 1968 la invasión soviética que acabó con la primavera de Praga y ahora en 1998 el triunfo de la izquierda en las elecciones. Por eso Klaus declara ahora: «Los partidos de derecha tienen que darse cuenta de que amenaza un golpe izquierdista. En este caso tienen que quedar fuera todas las animosidades personales, para que la derecha pueda formar un Gobierno mayoritario».

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