Color y fantasma
El centro de Málaga está deshabitado. Pero los munícipes quieren que parezca reluciente: el Instituto Municipal de la Vivienda da muchas ayudas para que las fachadas se pinten en los colores antiguos de Málaga. El centro está cada día más lleno de banderolas de fachadas pintándose. No es la primera ciudad que se pinta. Pero sí la más deshabitada. Maquillada por fuera y carcomida por dentro. Pedro Aparicio ponía carteles que decían "Estamos haciendo ciudad". Aparicio, que instaló mucha alcantarilla y alumbrado invisibles, se gastó casi 4.000 millones para canalizar el río Guadalmedina y unir la ciudad separada. Hoy el río sigue separando pero sirve como piscina a los niños gitanos del barrio Trinidad Perchel, un barrio destruido por no ejecutar con mínimo interés los planes municipales que medían su rehabilitación. Los ediles tienen a veces razones que el pueblo no entiende. Ahora Celia Villalobos pone otros carteles que dicen "Ponle color al centro". Un modelo donde se prima más esa cosa tan pepera de entrar racial-calé en una peluquería y salir rubia-malibú, aunque igual de jodida por dentro. El centro sigue siendo aún un espacio deshabitado con bares en los bajos y poquísimas familias en las casas. Un barrio coloreado lleno de fantasmas y desconchones en las habitaciones. Un barrio color rubio malibú (o azafrán huevo frito en las cartas de color del Instituto), jodido por dentro, pero monísimo. Barrio de una Málaga que ya no se sabe si camina hacia el nuevo siglo o regresa al país de nunca jamás. La soledad del centro no es culpa sólo de munícipes, por supuesto. Pero eso no justifica la falta de rigor: ¿qué ciudad se busca, para qué y quiénes? No es fácil adivinarlo. Ahora en el compacto suena una obra colectiva sobre el año Lorca que no es virtual, ni simple maquillaje: De Granada a la Luna. Músicos como Robert Wyatt, John Cale, Imperio Argentina, Compay Segundo, Auserón, Lagartija Nick, Morente, Martirio, Nyman o Neneh Cherry han metido la mano y el talento en el barrio de las palabras oscuras de Federico. Ha pasado algo desapercibido este disco doble auspiciado por la gente de Ático 7 en Granada y la Junta entre tanta federicosis múltiple. Está hecho con las tripas, honestamente, con mucha belleza futura y caminos por recorrer. No le han puesto color a Lorca. Han escuchado sus palabras y han dialogado con ellas desde dentro. En mi ciudad los edificios del centro lucen hacia fuera. Dentro callan fantasmas.
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