Los países más ricos del mundo exigen a Japón una urgente reforma económica
Los países más ricos del mundo, encuadrados en el Grupo de los Siete (G-7), no quieren que la crisis asiática les estalle en las manos. Por eso, y con el respaldo de 11 países del área Asia-Pacífico, encabezados por China, exigieron ayer a uno de sus socios, Japón, que emprenda con urgencia una dura reforma económica. Ésta debe garantizar el saneamiento de su sistema bancario y la liberalización de sus mercados. Al término de una reunión de urgencia celebrada en Tokio, EEUU advirtió a Japón de que "dispone de un plazo de tiempo limitado" para emprender la reforma.
"Es de vital importancia tanto para Japón como para la recuperación de Asia y sus países aquejados por turbulencias financieras, y para la economía mundial, que Japón restaure la salud de su sistema bancario, establezca el crecimiento económico basado en la demanda interna y abra y liberalice sus mercados". Pocas veces el comunicado final de una reunión en la que interviene el G-7 ha sido tan contundente.Y es que los países más ricos del mundo están profundamente preocupados por la persistente crisis asiática, cuyo centro neurálgico son los problemas por los que atraviesa la economía japonesa. Por ello, el pasado miércoles, Estados Unidos salió en defensa del yen con intervenciones masivas en los mercados de divisas para frenar, cosa que consiguió, su desplome. Y por ello, ese mismo día se convocó una reunión de urgencia para ayer, sábado, en Tokio. A ella acudieron los números dos de Finanzas de los países que componen el G-7 (Alemania, Japón, Canadá, Francia, Reino Unido, Italia y EEUU), además de representantes del área Asia-Pacífico (Australia, Brunei, China, Corea del Sur, Hong Kong, Indonesia, Malaisia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur y Tailandia), del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo (BAD).
Todo ellos exigieron a Japón que emprenda con la máxima celeridad posible la profunda reforma que propone el comunicado final y que se centre especialmente en resolver el problema de los multimillonarios créditos impagados que ensombrecen el futuro del sistema bancario japonés. Los asistentes a la reunión también dieron su respaldo a la intervención concertada de Estados Unidos y Japón para sostener el yen, que sirvió para tranquilizar los mercados.
A la dureza del comunicado final se unió la seria advertencia lanzada por el subsecretario del Tesoro de EE UU, Lawrence Summers, a Japón al término de la reunión de Tokio. "Japón dispone de un tiempo limitado para sanear su sistema financiero. Y puesto que reconoce la necesidad de actuar rápido, es importante que pase a los hechos y avance", dijo, antes de añadir que "los mercados van a vigilar muy de cerca sus decisiones".
China también fue protagonista destacado del encuentro de ayer. Los representantes del G-7 y del resto de países del área Asia-Pacífico agradecieron al Gobierno chino "las garantías" que ofreció sobre la estabilidad cambiaria de su moneda, el yuan. "Estas garantías son una gran contribución a la estabilidad de Asia", señalaron varios asistentes a la reunión.
Durante las últimas semanas se había barajado la posibilidad de que se devaluara el yuan con el fin de que las exportaciones chinas no se vieran perjudicadas por la caída en picado del yen. Esa devaluación acentuaría la crisis asiática.Por eso, la delegación china aplaudió especialmente el apoyo de EE UU a la divisa japonesa.
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