Excesivo conformismo
Camerún se equivoca. Una gran exhuberancia física y una pureza técnica que se le presupone aunque no muestra. Pero su déficit esencial tiene que ver con su capacidad de elección: resuelve siempre por el camino equivocado y en el momento menos oportuno.Esperanza injustificada. Cuando el marcador es apretado, aparece una esperanza a favor del equipo pequeño que el juego no autoriza a concebir. Se le atribuye una posibilidad que niega la realidad. La tentación de apoyar al débil nos hace recibir mensajes equivocados. Algo de eso sucedió ayer al comienzo del segundo tiempo.
Rasgos diferenciadores. Al buen equipo se le distingue, entre otras cosas, porque tiene montada la estructura defensiva antes de perder la pelota. Es decir, porque hace exactamente lo contrario que Camerún. Se organiza después de que le quitan el balón. Y eso ante Italia, siempre tan directa, se paga carísimo.
Maldini hijo, gris. Vieri confirma, Moriero sorprende y Maldini, el jugador, casi decepciona. Muy alejado de su mejor versión, el hijo del entrenador no tuvo ningún peso ofensivo y estuvo vulnerable en defensa.
Maldini padre, precavido. El 3-0 no debe impedir ver la cruda realidad: Italia jugó contra 10 cameruneses. Le sobraron centrocampistas de corte defensivo y le faltó alguien más que acompañara a Vieri arriba. Máxime ante un rival débil y mermado. El cambio de Baggio por Del Piero fue una decisión mezquina. De un entrenador demasiado precavido.
Marcajes individuales. Los dos equipos optaron por las marcas personales. Y Camerún fracasó, no se sabe si por la falta de hábito a defender así o, más probable, por la calidad de los jugadores que debía neutralizar.
Fútbol directo. Italia elige un fútbol directo e inmediato. Responde siempre a la primera idea, aunque sea dudosa y poco clara. Si le sale bien es letal; si le sale mal, confusa y desprolija. Son los pros y los contras de su filosofía.
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