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Ganar a la derecha

Cuando el 86% de los ciudadanos afirma que un gobierno no cumple los compromisos que adquirió con el electorado para derrotar a su predecesor, o realmente incumple, o engañó con sus promesas a los electores y obtuvo un respaldo electoral que no le pertenecía, sino que aglutinaba el disgusto social que la ambigüedad, los errores y algunas políticas restrictivas del Gobierno anterior habían producido. Lo cierto es que hay más de lo segundo que de lo primero. Para mí el Gobierno de Zaplana o del PP, como se quiera, en la Generalitat lo está haciendo muy bien. Por eso a la mayoría le va mal. Por eso los servicios públicos se degradan, la educación y la sanidad se privatizan y las empresas públicas se venden a precio de saldo. Y si eso es así, si están haciendo lo que se proponían, por qué los electores dicen que no cumplen sus compromisos. Pues por la sencilla razón de que aprovechando lo que caía por Madrid envolvieron un programa rabiosamente de derechas en un celofán electoral de centro izquierda. A la privatización de la Sanidad le llamaron libertad de elección de médico y hospital; a la privatización y mercantilización de la enseñanza pública le llamaron libre elección de centro escolar y así sucesivamente, con el cheque abuelo, el cheque empleo, la paga del ama de casa y otros sucedáneos del Estado de bienestar hasta pervertirlo en su totalidad utilizando de manera impúdica la palabra libertad. Así que, en contra de lo que pueda parecer, están cumpliendo sus compromisos, los reales, aquellos por los que tenían ganas de llegar al poder, y que algunos con nuestra miopía no evitamos suficientemente que consiguieran. Y lo que es peor, amenazan con seguir cumpliéndolos y llevarnos... a más... Y eso es justamente lo que hay que evitar. Porque debemos, porque podemos, porque cuando se llega al estado que hemos llegado en la Comunidad Valenciana en tres años, querer cambiar el Gobierno no sólo es legítimo y democrático, sino que se convierte en una obligación que un partido considerado alternativa no puede eludir. Hemos reconocido nuestros errores, cambiado nuestro partido. Hemos devuelto el interés por la política a muchos progresistas inactivos por el desencanto, devolviendo previamente a nuestros afiliados, con las primarias, el papel protagonista y útil de la militancia en democracia. Podemos devolver la ilusión que la izquierda nunca debió perder. Y, lejos de promesas electorales falsas y ambigüedades practicadas bajo la excusa del pragmatismo, podemos solicitar el crédito y la confianza que los ciudadanos deben dar a un partido de izquierda para que pueda gobernar. Algo que la derecha nunca precisará en la misma medida que la izquierda. Si para algo ha de valer la madurez de nuestra democracia y la experiencia de nuestras instituciones no es para que la izquierda vuelva a llegar al poder para desde ahí convencer a los ciudadanos de lo que no se puede hacer, sino para exprimir una vez más la imaginación, tan necesaria en la izquierda. Para correr el riesgo de hacer propuestas nuevas y rupturistas que, sin dejar de tener el rigor que debe caracterizar a la izquierda, no desprecien la utopía como algo nefasto y "con olor a naftalina". Si para algo nos ha de servir a todos la experiencia en la oposición es para actualizar el recetario de propuestas, establecer las relaciones entre fuerzas de izquierda hasta llegar a la mayor confluencia posible, para poder evitar que el pragmatismo se convierta de nuevo en el dintel de la renuncia y el posibilismo más cómodo. Frente a las demandas de quienes no se resignan a morir política o moralmente por no poder encontrar un empleo, de quienes luchan por los derechos de las mujeres, de los jóvenes, por el respeto al medio ambiente, por la paz en el mundo, no caben demasiados pragmatismos, sino soluciones concretas y explicadas claramente, de manera que vuelvan a ilusionar a la mayoría progresista de este país. El empleo, el medio ambiente, el bienestar social, la educación y la sanidad públicas, los canales de participación social para todos los movimientos y asociaciones que luchan por la paz, la justicia social y la solidaridad, el mayor poder para los ayuntamientos, la elección directa de los alcaldes, nuevas formas de elección de diputados, son razones más que suficientes para no resignarse ni un minuto más. Porque no me resigno y me rebelo frente a los teóricos pseudo-ilustrados que asumen que la derecha tiene que estar ocho años en el poder. ¿Por qué? si somos más los que no somos de derechas. Porque no quiero que quede por mí y tengo una experiencia que mi partido me ha permitido acumular y debo ponerla a su servicio, he decidido presentarme a estas elecciones primarias. Firmemente convencido de que hay resoluciones políticas suficientes en nuestro partido para priorizarlas de acuerdo con las demandas que la sociedad se plantea, de que puedo coordinar la elaboración de un programa nuevo e ilusionador que cuente con el consenso previo de organizaciones sindicales y sociales progresistas. Decididamente convencido de que a esta derecha se le puede ganar con nuevas propuestas y con coraje, más que con discursos académicos y renuncias disfrazadas de prudencia. Todo eso lo saben bien los afiliados al partido socialista que acaban de resolver el proceso de primarias del PSOE con intuición e inteligencia. Ellos van a ser quienes de nuevo van a tener que interpretar la voluntad de nuestros electores a la hora de manifestar su voto. En su libertad de actuación, su consciencia, y la intimidad de su voto secreto descansa la esencia de estas primarias, y también la posibilidad de que el PSPV pueda ganar al PP de Zaplana las próximas elecciones autonómicas. Así es la democracia cuando su expresión se reduce al mínimo y a la vez relevante gesto de doblar un papel con un nombre y meterlo en una urna. En ese gesto, en esa manifestación del más alto grado de la libertad humana he depositado mi confianza para sostener el impulso ético, la fuerza de las ideas y el coraje militante que me han llevado a querer relevar a la derecha de la Generalitat valenciana. Confío en poderlo conseguir. Antonio Asunción es aspirante a candidato a la Generalitat en las elecciones primarias del PSPV-PSOE.

Me rebelo frente a los teóricos pseudo-ilustrados que asumen que la derecha tiene que estar ocho años

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