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Reportaje:

Con el río a cuestas

Miles de aficionados animaron a los 400 palistas que participaron en el 'raphel' del Tajo

Miles de personas presenciaron ayer la 26ª edición del raphel del Tajo, la prueba piragüística con más solera de la región. Apostado en las barandillas del jardín, en los puentes, en las playas y recodos que forma el río hasta llegar a la presa del Embocador, el público se agolpaba para jalear a los 400 palistas. El raphel era el broche de las fiestas de las piraguas que se celebraron el fin de semana en Aranjuez.A las 12.00, desde las instalaciones del Club Piragüismo Aranjuez, se dio la salida. Los participantes luchaban denodadamente con sus embarcaciones para hacerse un hueco en la primera fila, lo que costó a cinco la descalificación. El pistoletazo provocó un tumulto de gritos, ruidos de palas entrechocándose y voces de ánimo. Quedaban 20 kilómetros de recorrido, 10 de ellos contra corriente, y varios porteos con las embarcaciones al hombro. Nada más comenzar la carrera, muchos espectadores cogieron sus vehículos para presenciar el desarrollo de la prueba desde otros puntos. A la altura de La Pavera muchos pararon para ver a los piragüistas correr con sus canoas al hombro más de cien metros. Gotas de sudor y agua se mezclaban en sus caras. Algunos participantes cojeaban o mostraban ya los primeros síntomas de fatiga, mientras cientos de espectadores les animaban desde la orilla.

Tras la subida a la presa del Embocador, vuelta a bajar. Desde los primeros kilómetros de competición se veía claramente quiénes serían los ganadores de este año, Juan Carlos López Villalobos y Luis Medrán, del Club Tritones del Pisuerga (Palencia). "Tenemos ya cogido el tino a este río -dijeron ambos después de ganar por cuarto año consecutivo- y además se nos dan bien los porteos. El último tramo es muy duro, hasta peligroso, pero estamos en forma. El año pasado fuimos subcampeones del mundo en maratón".

Mientras el público se agolpaba a su alrededor, cientos de participantes atravesaban el último tramo, el más duro y el más espectacular. La bajada de la presa de Palacio ponía a más de un espectador los pelos de punta. Muchos participantes se escurrían en su intento de descender lo más rápidamente posible. Sobre las dos de la tarde, con la prueba a punto de terminar, llegaba a las instalaciones del Club Piragüismo Aranjuez el único lesionado de la competición, Antonio Domínguez, del club madrileño Alberche. "Me he luxado un hombro al chocar mi embarcación con la de otro compañero. A duras penas he podido regresar", decía con un gesto de dolor, mientras aseguraba que volverá el próximo año. El raphel terminó sin sobresaltos y dio paso a la dispersión de una muchedumbre en busca de cualquier bar en el que refrescarse.

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