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Reportaje:

"El "blues" refleja la condición humana"

Su figura va unida a una ristra de tópicos: es el padre del blues blanco, una leyenda, un músico mítico. John Mayall, con una carrera de casi 40 años, sigue grabando nuevas composiciones y dedicando un tercio del año a interpretar su música en directo ante públicos de medio mundo, tanto en América como en Europa. A la edad en la que otros se jubilan, 65 años, sigue en la brecha con nuevas grabaciones y más de 120 actuaciones anuales. «Cuando tienes éxito, lo más importante es continuar con integridad artística y trabajar con profesionalidad», dice. Mayall no acepta la clasificación de los músicos de blues por el color de su piel. «La música de blues no tiene color. Los más grandes son singulares», dice.

Mayall inauguró ayer junto a su banda, The Bluesbreakers, el Festival de Blues de Getxo (Vizcaya). La gira por España le llevará hoy a Zaragoza. En julio regresará a España para tocar los temas de su disco Blues for the lost days en San Sebastián (día 24), en Huesca (día 25), en Gijón (día 26) y en Vigo (día 27).

La imagen de Mayall dista mucho de ser la de una estrella capaz de arrastrar a miles de incondicionales del blues y seguir vendiendo las reediciones de sus viejas grabaciones y los nuevos compactos. Ayer llegó a Bilbao desafiando el fresco de la mañana con pantalón corto y camiseta sin mangas. Las zapatillas de deporte y el calcetín blanco a media pantorrilla eran más propios de un turista despistado que de un músico que horas más tarde tenía que poner a prueba su garganta. El pelo de Mayall es ya completamente blanco y escasea en la coronilla, pero él se anima a llevarlo recogido en una larga coletilla. «Vivo en un mundo diferente, no es como la locura de mis amigos del pop, que muchas veces están rodeados de cosas que les desbordan. Somos músicos de jazz, artistas, y es mucho más simple», dice.

Nada que ver con el color

El halago de llamarle el padre del blues blanco ha llegado a cansarle. Ahora le parece un cliché anticuado y con sólo un gesto advierte que prefiere que la conversación no siga por ese camino. Mayall rechaza taxativamente que el blues se pueda clasificar por el origen de los músicos que lo interpretan. «No tiene nada que ver con el color. Compare a John Lee Hooker con Muddy Waters o B. B. King. ¿Es sonido negro? Los mejores músicos de blues, sean del color que sean, son totalmente individuales, singulares. Suenan diferentes entre sí», prosigue. «Si fueras ciego, no sabrías si lo que escuchas lo interpreta un blanco o un negro».Sabe que el peso del prestigio acumulado desde los años 60 juega a su favor, pero defiende su capacidad para mantener el nivel de exigencia y la calidad de su música, factores determinantes para mantener al público del blues a su lado. Y no sólo en su caso. La situación, asegura, es la misma en otros veteranos que han conseguido mantenerse en primera línea, como su ex compañero de banda Eric Clapton o The Rolling Stones. «Cada día salen nuevos artistas buenos, pero el hecho de durar tanto tiempo y mantener los seguidores demuestra que son músicos que tienen el algo único, especial dentro de su estilo. Tiene que trascender, mejorar continuamente, ofrecer algo original cada vez que tocan», afirma.

El título de su último álbum, Blues for the lost days, es más que un recuerdo nostálgico, señala Mayall. «Es la conmemoración de una cierta época, hechos y sentimientos relacionados con años pasados. Se puede llamar nostálgico, pero es más bien un reflejo de lo que era para mí la música de blues en los años de mis inicios».

Los actual formación de The Bluesbreakers -el guitarrista Buddy Whittington, el bajista John Paulus y el batería Joe Yuele- es la compañía más estable que Mayall ha tenido en su larga trayectoria. Yuele, por ejemplo, lleva 13 años tocando con el músico británico. «Es, sin duda, la mejor banda que he tenido hasta ahora y por eso sigo con ellos». Y Mayall sabe lo que es tocar con artistas de calidad: Clapton, Peter Green, fundador de Fleetwood Mac, o Mick Taylor ex integrante de los Stones le han acompañado en diferentes momentos.

Mayall piensa continuar su carrera con la misma intensidad que hasta ahora. Durante un tercio del año ofrece una media de 125 conciertos en directo, apoyado en una sencilla infraestructura que le permite tocar cada día en una ciudad. El jueves, por ejemplo, Mayall y The Bluesbrakers estuvieron en Murcia y ayer en el País Vasco, antes de partir hacia Zaragoza. Los meses que quedan libres de citas regresa a su refugio de Los Ángeles, donde descansa y, sobre todo, escucha música y busca inspiración para nuevas composiciones. «Lo mejor del blues es que puedes reflejar la condición humana. La inspiración puede llegar todos los días de una historia nueva». Y con todo su bagaje de vuelta a la carretera. «Claro que disfruto en las giras. Cuando sales al escenario es el punto culminante del día. Nunca tocas dos noches de la misma forma y vas progresando cada día. Sí, por supuesto, creo que soy mejor músico que hace 30 años».

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