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Periodista en Rusia, peligro de muerte

El asesinato de la directora de un diario, último de una larga serie de crímenes sin castigo

Mal pagado, no siempre bien considerado y, con demasiada frecuencia, al servicio de magnates o grupos políticos. Mal oficio el de periodista en Rusia. Y peligroso, además. Según Reporteros Sin Fronteras, sólo Argelia presenta un balance tan siniestro. Ya van seis muertes de otros tantos periodistas en lo que va de año. El último asesinato ocurrió el lunes en la república de Kalmikia, y la víctima fue Larisa Yúdina, de 53 años, directora del único periódico de oposición y dirigente del partido liberal Yábloko.Kalmikia: República asiática rusa, ribereña del mar Caspio, de 76.000 kilómetros cuadrados y 350.000 habitantes, rica en petróleo y gas. Nada que la singularice de entre los 89 sujetos de la Federación Rusa excepto, si acaso, su millonario presidente: Kirsan Iliumzhinov.

Guennadi Yudin, marido de la víctima, dirige su dedo acusador contra el Gobierno de Kalmikia y el propio presidente. Y cita como indicios las amenazas de muerte a su esposa para que dejara de publicar artículos de crítica a Iliumzhinov, el hostigamiento que obligó a que el periódico (Sovietskaya Kalmikia Segodnia) se imprimiese fuera de la república y el hecho de que uno de los dos detenidos por el caso fuese ex ayudante de Iliumzhinov.

La noche en que la mataron a golpes y cuchilladas para luego arrojarla a un estanque, Larisa Yúdina recibió una llamada misteriosa en la que se le convocaba, urgentemente, para facilitarle pruebas sobre un caso de corrupción en una empresa estatal que estaba investigando. Se dio tanta prisa para su cita con la muerte que salió en zapatillas.

Como era de esperar, el presidente de Kalmikia considera absurdas las acusaciones, e incluso se ha unido al dolor del pueblo, pero el ministro de Justicia ruso, Serguéi Stepashin, no tiene ninguna duda de que se trata de un crimen político.

El director del Instituto Internacional de Prensa, el austriaco Johann P. Fritz, aseguraba hace apenas 20 días en Moscú que Rusia sufre aún la más definitiva forma de censura, el asesinato de periodistas. Y pidió a Borís Yeltsin que se resuelvan la multitud de casos apilados en los tribunales. Dos de ellos son especialmente significativos. El primero se perpetró el 17 de octubre de 1994 y la víctima fue Dimitri Jolodov, de 27 años, reportero de Moskovski Komsomolets que investigaba la corrupción en el ejército. Cometió el error de creer a una fuente que le entregó un maletín supuestamente lleno de documentos. Era una bomba que le hizo pedazos. El segundo es el de Vladislav Lístiev, director general del canal estatal ORT, abatido a balazos el 1 de marzo de 1995, en medio de una lucha sin cuartel por el control de la publicidad en la pequeña pantalla.

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