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La OTAN amenaza a Serbia con una acción militar contundente si no negocia en Kosovo

Xavier Vidal-Folch

La OTAN pasó ayer a palabras mayores. Amenazó al líder yugoslavo, Slobodan Milosevic, con bombardear su país y destruir sus defensas antiaéreas, si no frena inmediatamente la represión contra la población albanesa de la provincia de Kosovo y no propicia una negociación «seria» para resolver pacíficamente el conflicto. «Estamos decididos a detener la violencia», advirtió el secretario de Defensa de Estados Unidos, William Cohen. «Si yo fuera Milosevic, estaría preocupado», apostilló el secretario general de la Alianza Atlántica, Javier Solana. Todo indica que la cosa va en serio.

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Los ministros de Defensa de los Dieciséis quisieron lavar el ultraje serbio a sus colegas de Asuntos Exteriores. Para presionar a Slobodan Milosevic, éstos encargaron a las autoridades militares, el 28 de mayo, que diseñaran un triple paquete de medidas, incluida una eventual escalada militar, como posible solución definitiva.Belgrado respondió desencadenando una «operación muy grave por la que pueblos y aldeas están siendo machacados y se han registrado 20.000 refugiados, 50.000 desplazados y 300 muertos», como resumió el español Eduardo Serra. Había pues que doblar la apuesta en esta trágica puja de demostración de fuerza y subasta de credibilidades.

Durante el fin de semana, Solana y su equipo se arremangaron para llenar de contenido la amenaza. En caso de necesidad, es decir, si Belgrado no se aviene a detener la represión y a entablar negociaciones «serias» con los kosovares de Ibrahim Rugova, el más moderado de los líderes independendistas, la Alianza llegará al uso múltiple de la fuerza: bombardeos selectivos sobre todo el territorio de Serbia, destrucción de sus defensa antiaéreas, interferencia de sus telecomunicaciones, prohibición de vuelos... Hasta ocho actuaciones (ver información adjunta) que conforman una «gama completa» de intervención, desvelada por el muy combativo ministro alemán, Volker Rühe.

Empiezan los preparativos

No es que los ministros decidieran ya intervenir, sino que encargaron a los planificadores militares detallar las eventuales operaciones, para echar mano de ellas si fracasan las presiones políticas del Grupo de Contacto (EE UU, Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia), que hoy se reúne en Londres, y las del presidente ruso, Borís Yeltsin, a Milosevic, quien acude a Moscú este fin de semana. «Sin amenaza militar, las presiones económicas y diplomáticas no dan resultado», reiteraban ayer los ministros, con unanimidad de lenguaje.Los serbiobosnios hicieron caso omiso a un parecido ultimátum de la OTAN, en el verano de 1995. Su líder, Radovan Karadzic, se equivocó. El 30 de agosto eran bombardeados sistemáticamente, lo que permitió el posterior avance terrestre de croatas y musulmán en el centro del país. La partida quedó nivelada. En aquel ataque se empezó a construir las bases de la paz en Bosnia (acuerdos de Dayton).

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Lo recordó el presidente del Comité Militar, el general alemán Klaus Nauman, un hombre parco en palabras, que no habla a humo de pajas. Si es necesario, «efectuaremos raids aéreos, como hicimos en Bosnia», manifestó. Y advirtió: «Si subimos el primer escalón, estaremos preparados para llegar hasta el final; si el primer bombardeo no es efectivo, debemos estar preparados para una escalada».

Lo recordó también Solana. En 1991, 1992 y 1993 «no hubo posición común de la comunidad internacional, no la hubo hasta 1994». En cambio, ahora, «la respuesta es distinta, hemos aprendido la lección y hablamos con una sola voz»: el Grupo de Contacto, la OTAN, los Gobiernos». «En pocos días estaremos preparados para efectuar raids aéreos selectivos», apostilló Rühe.

Todo queda a la espera de la reacción de Belgrado. Si no se aviene a razones, la escalada será inevitable, porque los Dieciséis están ya presos de sus propios compromisos. Queda un importante fleco pendiente, la base jurídica para actuar. El deseo unánime es que el Consejo de Seguridad apruebe la propuesta de resolución presentada por EE UU y el Reino Unido, que autoriza a la Alianza a intervenir militarmente en defensa de la paz y la estabilidad en la región, sofocando el conflicto de Kosovo y evitando su desbordamiento a Macedonia y Albania. Ese texto incluye un ultimátum: sería efectivo si en un plazo de siete días Milosevic no se pliega a la negociación.

La resolución de la ONU «es deseable, pero no imprescindible», sugirió Cohen, frente a la posición rusa, que, hasta ahora, hace de esee deseo una condición inesquivable. El norteamericano recordó que el propio artículo 53 de la Carta de Naciones Unidas autoriza la injerencia militar para asegurar la autodefensa colectiva en caso de conflictos que susciten un peligro de inestabilidad regional.

De momento, y como aperitivo, los ministros aprobaron la inminente realización de unas vistosas maniobras aéreas en el cielo de Albania y de la ex-república yugoslava de Macedonia (ver EL PAÍS de ayer), en cuanto los Gobiernos de ambos países formalicen su acuerdo. Se realizará muy probablemente en el plazo máximo de 10 días. «Dada su urgencia», participarán sólo aviones de los países miembros de la Alianza. Pero en las maniobras terrestres subsiguientes, previstas para este verano, también tomarán parte Rusia y otros socios de la Alianza por la Paz, según el esquema de las operaciones realizadas en Bosnia-Herzegovina.

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