Publicidad moderada: consumo moderado

La sociedad sigue preocupada por el abuso del alcohol por parte de los jóvenes. Desde diferentes instancias se busca una solución al problema y casi todas ellas se dirigen hacia la implantación de nuevas prohibiciones, con el ánimo de frenar las consecuencias de los hábitos irresponsables de un sector de la juventud.En opinión de algunos, la publicidad de bebidas alcohólicas incita al abuso, por ello, se discute en la actualidad la Directiva de la Televisión sin Fronteras, con el objetivo de coartar aún más el libre ejercicio publicitario. Hasta el momento, en España está prohibida la publicidad de bebidas alcohólicas de más de 20 grados en televisión. Sin embargo, estas restricciones no han conseguido impedir que cada fin de semana algunos jóvenes encuentren en el abuso una vía de escape a sus problemas y frustraciones. De hecho, el bajo poder adquisitivo de los mismos hace que adquieran en supermercados e hipers las llamadas litronas y el popular calimocho (un brebaje confeccionado a golpe de refresco de cola y vino de baja calidad), no con el ánimo de degustar una bebida en compañía de los amigos, sino con el firme objetivo de emborracharse lo antes posible apurando su asignación mensual.

La experiencia nos demuestra que la publicidad no anima al consumo irresponsable, sino a la elección de una marca u otra dentro de la misma gama de producto. Lo que debemos fomentar, a través de la educación, es el consumo racional de la oferta existente en el mercado y que libremente es promocionada. En el mismo sentido, la publicidad debe ser regulada tomando como premisa la libertad de expresión, y como guía, la protección del consumidor, y muy especialmente la protección de la infancia. Por este motivo, lo más aconsejable sería que la nueva nor mativa tuviera en cuenta las franjas horarias durante las cuales los menores están viendo la televisión, y durante ese espacio de tiempo restringir la emisión de spots de bebidas alcohólicas. Fuera de estos lógicos límites, las empresas, al igual que ocurre en el resto de Europa, tendrán oportunidad de publicitar un producto perfectamente lícito, al cual numerosos estudios médicos asocian propiedades benéficas para la salud.

Prohibir, por tanto, no siempre es la mejor solución. La apuesta ha de ir encaminada a conjugar el derecho del productor a publicitar su producto y la obligación de velar por los intereses de los sectores más vulnerables de la sociedad, tomando como base la educación en el consumo responsable fomentada por padres, profesores e instituciones.-