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Reportaje:

El calvario escolar de un niño depresivo

Un chaval de 12 años lleva dos sin ir al colegio porque en Galicia no hay centros para pequeños con problemas psiquiatricos

Mauro tiene 12 años, su entorno familiar y social no es precisamente marginal y según todos los que le han tratado en persona o profesionalmente, es un chico muy listo para su edad. Sin embargo, pese a todo tipo de legislación educativa, lleva dos años sin escolarizar. Mauro es lo que se denomina un niño caracterial, con problemas graves de conducta (en su caso, producidos por una neurosis obsesiva, según el último diagnóstico psiquiátrico que le han hecho) y en Galicia no hay ninguna institución docente apropiada. Esta carencia ha llevado a los padres a llevar a Mauro a un centro para discapacitados mentales."No habría problema si tuviese una minusvalía mental o si procediese de una familia rota o conflictiva, pero desgraciadamente no es así", se expresa Xosé Luis Gómez, su padre, con amargura pero sin tapujos, después de ocho años de llamar a todo tipo de puertas y contar su caso a docenas de personas e instituciones.

Su padre, ante el desasosiego que le provoca la inestabilidad emocional de su hijo, ha acudido desde al presidente de la Xunta, Manuel Fraga, hasta al Valedor do Pobo (Defensor del Pueblo). Después de comprobar que el caso de su hijo no es único y que el sistema educativo gallego no tiene respuestas ante este tipo de casos, el padre de Mauro ha elevado sus exigencias a las instituciones y los políticos responsables de la región.

Desde el pasado lunes Mauro está temporalmente acogido en un centro para discapacitados mentales, lo que significa una solución para su caso, ya que en este centro sólo están internados disminuidos psíquicos.

Mauro fue precoz hasta en manifestar síntomas de un cierto desequilibrio psíquico. A los cuatro años comenzó a recibir tratamiento psiquiátrico y medicación por un profesional. A los 10 años el diagnóstico de los expertos era esquizofrenia. Ese mismo año, al final del curso escolar 1995-1996, le propinó una bofetada a una profesora del colegio de A Coruña donde estudiaba. Esto provocó que a Mauro se le aislara de las aulas, según un acuerdo entre los docentes y la familia.

El equipo psicopedagógico de apoyo recomendó internarlo en el que se considera el único centro privado para niños difíciles de Galicia, O Pelouro, en Tui (Pontevedra), a 200 kilómetros de A Coruña.

"Nos pidieron que solicitásemos excedencia en nuestros trabajos y viviésemos por allí, pero al comenzar el curso nos fueron dando largas, y consideramos que preferían niños menos conflictivos que Mauro", recuerda su padre. De vuelta a casa, un nuevo terapeuta, Andrés González, diagnosticó que Mauro sufría en realidad una neurosis obsesiva con negatividad desafiante, es decir, "se lleva bien con sus compañeros pero odia cualquier tipo de autoridad", resume su padre.

El ansia de desafío llevó al niño a mediados del pasado año a una proliferación de crisis destructivas que culminaron con un intento de suicidio. Mientras convalecía en la UCI del hospital Juan Canalejo de A Coruña, sus padres supieron de la existencia del hospital Clinic de Barcelona.

Allí, después de tres meses de internamiento, confirmaron el diagnóstico de trastorno obsesivo compulsivo. Esto hizo posible que se aplicara un tratamiento adecuado, lo que provocó una mejoría ostensible en Mauro. Pero comenzó el calvario de sus padres para la escolarización del niño.

"El chico necesita vigilancia permanente. Su madre y yo llevamos meses de baja laboral, aguantando con antidepresivos", comenta Xosé Luis Gómez en la casa familiar, al lado de un ventanal roto por Mauro en un acceso de ira. El televisor está en el suelo para evitar que sufra el mismo destino que los dos anteriores. "En la Consellería de Familia han intentado ayudarnos, pese a que el tema no les corresponde puesto que no es un niño abandonado o maltratado. Sin embargo, la única alternativa que nos dan es el internamiento en centros de educación especial para niños con retraso mental, lo que no constituye una solución", añade. En el departamento autonómico de Educación se limitan a reconocer que es un tema complicado y también que existen uno o dos casos más.

"Hay muchos casos" desmiente Xosé Luis Gómez, que está empeñado en crear una asociación de padres con problemas similares. "Lo que pasa es que si la familia tiene dinero, los niños con este tipo de problemas están internados en centros privados en otras partes del país, o con profesores especiales, y si no lo tienen, están desperdigados en todo tipo de centros mientras aguanten los profesores, o encerrados en sus casas hasta que se convierten en noticia morbosa".

"Claro que hay casos, aparecen en todos los centros, y hace falta una respuesta global, porque la actuación aislada, sin coordinar, no funciona", confirma Carmen López Lago, pedagoga que tiene a su cargo un niño caracterial en el colegio público O Areal de Cedeira (A Coruña). "Y los niños caracteriales van en aumento, antes te daba la risa oír que a los cuatro años un alumno podía tener depresión, y ahora es normal".

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