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Tribuna
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La Tendencia

Jorge Valdano

Lo bueno que tiene la desaparición de la fantasía es que no mancha: sólo suelta algunas lágrimas. Esta semana vimos el llanto de dos víctimas de la inteligencia represiva. La vuelta al mundo llorando de Romario y Gascoigne produjo una conmoción pasajera que se secará antes que las lágrimas de los protagonistas. Todos están de acuerdo en que "son jugadores distintos", sin embargo esa idea sólo sirve para autorizar opiniones del tipo: "Pero son unos delincuentes" o "pero son un mal ejemplo" o "¿pero si no se entrenan qué quiere?". A los buenos y a los malos chicos que se salen de la horma colectiva que es un equipo de fútbol (un bloque que corre), se los está tragando La Tendencia.Glenn Hoddle, entrenador inglés, era un gran talento con un papel secundario en la selección. Elegante, inteligente y de técnica cristalina, chocó contra todas las desconfianzas del tradicional fútbol inglés. Debe haber cambiado mucho, porque mi admirado Hoddle no jugaría en la selección de mi transformado Hoddle. Inglaterra es hoy un equipo que intenta poner la pelota en el suelo, pero al nuevo estilo sólo la imaginación puede darle profundidad y sólo Gascoigne tenía imaginación. Sin eso, la vuelta a la prehistoria será inevitable.

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Zagalo y Zico, S.L. al frente de la selección de Brasil, decidieron ser un poco alemanes. Una contradicción. Zagalo no pudo evitar que la selección del setenta jugara tan bien y ganara de un modo inolvidable. Desde entonces, ganó tanto que ya es un talismán. La carrera de Zico como jugador es maravillosa. Este nuevo papel que le asignaron en la selección lo obliga a ser un guardián responsable y para eso viene bien un golpe de autoridad.

Adiós Romario y Gascoigne. El fútbol debe proteger a personajes que, cuando juegan y liberan el instinto, parecen visitar la infancia dándole al fútbol un frescor que necesita. Dijo Cruyff, uno de esos que no sigue tendencias, que "el fútbol es un juego que se juega con el cerebro". Hasta que lo descerebran, me gustaría apuntar.

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