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Muchos (y) partidos

Enric Company

ENRIC COMPANY El sistema catalán de partidos con representación parlamentaria ha pasado de tener cinco partidos a constar de siete. Aunque, en puridad, varias de estas fuerzas son coaliciones de dos o más partidos. Como sus nombres indican, Convergència i Unió (CiU) está compuesta por dos e Iniciativa per Catalunya-Els Verds (IC-EV) por otros dos. Y la recién creada Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), es un conglomerado en el que hay tres partidos (dos comunistas y uno socialista) y numerosos grupos de ideologías revolucionarias. Visto así, el sistema actual de cinco fuerzas parlamentarias alberga en realidad a nueve partidos. Siete, o nueve, parecen demasiados para un sistema político-social en el que todo se orienta a favorecer la dicotomía conservador / progresista, y a sintetizarla en la confrontación personalizada entre los candidatos representativos de cada una de las dos tendencias. Otra cosa es, sin embargo, hablar de espacios político-electorales con independencia del número de partidos que los ocupan. Parece claro que hay en Cataluña un gran espacio electoral conservador / españolista, hoy ocupado cómodamente por el Partido Popular (PP). También es cómoda la instalación de CiU en un gran espacio de centro derecha nacionalista y catalanista. Cómo se distribuirían estos espacios si la coalición pujolista se dividiera es una de las incógnitas más morbosas de la política catalana. Igualmente clara y cómoda es la ocupación por el PSC de un gran espacio político electoral de izquierda moderada y catalanista, pero no nacionalista. La existencia de otros espacios políticos es en todos los casos menos clara y está sujeta a turbulencias que pueden dar lugar a cambios. Las parcelas ocupadas por Iniciativa per Catalunya y ERC tienen en ambos casos su origen en el arraigo histórico de las respectivas organizaciones. Si a ERC se le resta ese arraigo, lo que aparece es una más que notable confusión política e ideológica. Su perfil progresista originario se desfiguró en 1980 cuando prefirió entregar el Gobierno de la Generalitat a la derecha de Pujol antes que formar una mayoría parlamentaria de izquierda. Después, en 1989, echó por la borda el federalismo y abrazó el independentismo impulsado por un líder, Àngel Colom, que, a la postre, ha creado su propio partido. En el caso de IC, el arraigo histórico procede del PSUC, el partido comunista que durante el final del franquismo encabezó la lucha contra la dictadura. Azotado y carcomido desde 1981 por sucesivas crisis del comunismo a escala catalana, española y mundial, sus actuales dirigentes lo han derivado hacia un espacio político de nueva creación, el ecosocialista, en auge en sociedades europeas relativamente parecidas a la catalana. Es un espacio que hasta ahora los numerosos grupos ecologistas no han sabido consolidar. Su futuro es una incógnita En cambio, EUiA aspira a ser otra cosa, que en los últimos años tenía forma grupuscular o viajaba pegada al PSUC como una lapa. El congreso fundacional de EUiA confirmó, por si había alguna duda, que constituye una mezcla de elementos heterogéneos de entre los que sobresalen la nostalgia comunista y el radicalismo de raíz libertaria, de tanta tradición tanto en Cataluña como en otras partes de España, en particular Andalucía. Hace muchísimo tiempo que no se ensayaba esa unión. En ella comparten organización militantes socialistas con comunistas que se han calificado a sí mismos como leninistas (Antoni Lucchetti), otros que en la mejor tradición estalinista aplaudieron la invasión soviética de Afganistán (Marià Pere, Clemente), otros de varias corrientes trotskistas (LCR, POR) y otros que se definen como libertarios. Sólo en los primeros momentos de la guerra civil estuvieron unidos partidos de estas filiaciones (y duró menos de un año, hasta mayo de 1937). Pero la Cataluña de 1998 no es la de 1936. Ni la de 1975, cuando el ocaso del franquismo impulsaba a la unión de sus adversarios. La viabilidad actual de esta mezcla está por ver. Los silbidos, abucheos e insultos que una mitad de los congresistas de EUiA dedicó al secretario general de CC OO, Joan Coscubiela, (le llamaron traidor y fascista) ilustra lo que les une: el rechazo al reformismo y al realismo, y la vieja tradición de considerar que siempre hay un enemigo en casa contra el que luchar.

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