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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paro de campeonato

LA HUELGA de Air France tiene más importancia por su dimensión simbólica que por su capacidad real para bloquear el país o, como se ha dicho, para obstaculizar el desarrollo del Mundial de fútbol. Después de siete años de pérdidas, la compañía retornaba a los beneficios y se planteaba la compra de 70 nuevos aparatos y la contratación de de 2.500 trabajadores más, entre ellos 400 pilotos. Para ello, debía ahorrar 3.000 millones de francos al año (75.000 millones de pesetas), 500 de los cuales estaba previsto que salieran de la reducción de la masa salarial de los pilotos, a los que se les pedía que aceptasen revisar a la baja -en un 15%- su sueldo a cambio de acciones de la compañía. Los pilotos han aprovechado la colisión entre la lógica liberal en la gestión -agresiva política de precios, reducciones salariales, lucha por los trayectos más rentables- y su estatuto público con dirección comunista opuesta a despidos para lanzarse a la huelga. Como argumento de fuerza, cuentan con el impacto del Campeonato de fútbol.En Suiza, en Alemania, en el Reino Unido, el transporte público, antes de llegar a la huelga, tiene que haber agotado todas las vías de diálogo. En algunos casos existe un organismo mediador que dictamina si está o no justificada. Francia, como España, no tiene tradición de sindicalismo de gestión y el radicalismo es norma. Otro argumento que explotan los pilotos, el de las enormes diferencias entre la remuneración de los veteranos y la de los jóvenes, ha sido recogido por el sindicato mayoritario y discutido por la dirección de Air France. Su presidente, Jean-Cyril Spinetta, ha tenido, además, que luchar con el protagonismo del ministro, que, con sus declaraciones y recomendaciones, ha minado su inestable autoridad.

Air France apenas es todavía una empresa pública -en octubre prevé abrir su capital a inversores privados- ni privada -todavía no se sabe en qué proporción exacta se privatizará-. De ahí que, en circunstancias de crisis, sufra de los defectos de los dos sistemas y no pueda aprovechar las virtudes de ninguno de ellos.

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