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FERIA DE SAN ISIDRO

Rodríguez: «Ha ocurrido justo lo contrario de lo que se esperaba»

La corrida se anunciaba de toros. Torista, vamos. En correspondencia, los tres matadores dedican lo más herido de su vocabulario a calificar a los animales: bajos de casta, carentes de raza, sin bravura, huidizos y mansos de solemnidad. Estos son los apelativos que van rodando por las declaraciones de los matadores. Así, sin concesiones y sin dar un respiro, hasta concentrarse en un claudicante estado de ánimo que concita unanimidad: «Decepcionante». Miguel Rodríguez se empeña en resumir el espíritu de la tarde: «Los toros han dado justo el juego contrario del que se les presuponía. Si hasta daban coces en el caballo».Concluido el común descargo de conciencias, las contadas alegrías se instalan por barrios. Miguel Rodríguez, pese a todo, se declara contento: «Creo que ha quedado claro que estoy en un buen momento». Luis Miguel Encabo le secunda con el ánimo en todo lo alto: «Bueno, estoy algo decepcionado porque uno siempre viene a Madrid a triunfar, cortar orejas y a salir por la puerta grande. Sin embargo, he sacado a mis toros todo lo que tenían». Manolo Sánchez, al contrario, se muestra más conciso: «No soy yo quien para decir si he tenido el peor lote. A la vista ha quedado. Los toros no me han dejado dar ni un solo muletazo».

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Bien con la izquierda

El director de lidia se queda con su primer astado. «A base de pum-pum, venga e irle sometiendo, le he conseguido sacar unas buenas tandas con la izquierda. Luego, ha pasado lo de la espada. Me he tirado a por todas en las dos ocasiones, pero he pinchado hueso en ambas... En fin, una pena porque me hacía mucha falta esa oreja que a buen seguro me hubiese llevado a pulso. Desde luego, el día hubiese sido completamente diferente si acierto a la primera». En lo que respecta a su segundo, insiste: «Muy abanto, mansón... Se le han hecho las cosas bien, pero a la hora de someterle, no ha querido. Se ha acabado visto y no visto».Encabo se enfila hacia el último de la tarde. «Sólo tenía dos tandas. Le he recibido con las rodillas en el suelo y con la mano muy baja. Le he hecho cosas que no se adivinaban en el toro por el juego que había dado en el caballo. Pero poco después ha cantado la gallina. Se iba a su querencia a tablas...». Del tercero de la tarde, señala su embestida de lo más irregular: «De pronto se iba al cuerpo, que tomaba la muleta. Discurría por oleadas y con mucho peligro».

«Uno estaba descoordinado con una embestida violentísima y el otro un manso a secas», receta raudo Manolo Sánchez. ¿Se ha resentido de la muñeca? «Pues la verdad, ¡si no he podido dar ni un pase!» En general, concluye el vallisoletano a modo de pase del desprecio: «¿Mis toros? Auténticas burras».

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