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Reportaje:

«La síntesis química permite aprovechar los recursos naturales sin destruirlos»

La creación de nuevos medicamentos pasa hoy por la identificación de sustancias terapéuticas en los pliegues más recónditos de la naturaleza. Bacterias del lecho marino, pigmentos de extraños batracios o fluidos de plantas exóticas figuran entre los objetos estudiados con la esperanza de hallar una nueva generación de antibióticos, un remedio contra la obesidad o un fármaco antihipertensivo. Pero la rareza de esas sustancias, sumado al interés ecológico de preservar las criaturas que las producen, interpone un serio obstáculo a la investigación, que necesita cantidades abundantes de aquéllas para el estudio de sus virtudes medicinales. Solventar la escasez de materia prima compete al químico orgánico. Sin la síntesis en laboratorio de esas moléculas naturales, difícilmente los farmacólogos dispondrían del material para sus ensayos.

Un caso ejemplar es el del taxol, base del fármaco anti-tumoral estrella de los noventa. En estado natural se encuentra en la corteza del tejo americano. Su explotación masiva podría poner en peligro la existencia de esa especie silvestre. El conflicto se solucionó en 1994 cuando un equipo de químicos de EE UU sintetizó la molécula del taxol, habilitando una vía de menor impacto ambiental para obtener cantidades industriales de la sustancia a partir de las hojas del tejo europeo. A la cabeza de aquel equipo estaba Kyriakos Nicolaou, químico de origen chipriota, de 52 años, a quien la Universidad de Alcalá (Madrid) acaba de investir doctor honoris causa.

Efectos secundarios

«Taxol es un gran medicamento con un uso bastante exitoso, pero presenta el problema de sus efectos secundarios», explica Nicolaou. Dichos efectos se centran en el sistema nervioso, «ya que la diana del fármaco es la tubulina, una sustancia muy abundante en las neuronas». La intensidad de esos efectos puede forzar el abandono del tratamiento. «Además», indica el químico, «está el problema de las resistencias que están apareciendo en los enfermos tratados. Todo ello nos demuestra que taxol no es el fármaco milagroso que se pensó en un principio, haciendo por tanto necesario mejorarlo o, si eso no es posible, buscarle sustitutos».Encontrarle un sustituto al taxol es la tarea que ocupa actualmente a Nicolaou y sus colaboradores del Instituto Scripps de Investigación, en California (EE UU). Sus esfuerzos se han plasmado en la síntesis de tres agentes anticancerosos: las epotilonas, segregadas por una bacteria recogida a orillas de un río surafricano, y las eleuterobinas y sarcodictinas, obtenidas en ínfimas cantidades de un coral del océano Índico. «Debido a la escasez y limitación de estas sustancias derivadas de la naturaleza, los químicos de nuestro grupo asumieron, junto con otros equipos, el reto de sintetizarlas, tarea que se cumplió con éxito. Aunque los estudios están en sus primeras fases, los resultados en células y animales son hasta el momento muy prometedores, en particular la epotilona, que se ha mostrado eficaz en tumores de ovario, próstata y mama, con menos efectos adversos que taxol», relata Nicolaou.

Automatización

El futuro de la síntesis se perfila venturoso, señala el investigador, convencido de la proximidad de una química orgánica más eficiente, espoleada por una técnica revolucionaria, la síntesis combinatoria, que permite obtener miles de compuestos sintéticos de modo económico con la automatización de procesos ejecutados manualmente. «La síntesis es una operación difícil; supone un largo entrenamiento, muchos ensayos y un alto grado de destreza del personal. Con la introducción de robots automáticos eso se simplificará considerablemente», explica Nicolaou.Este avance, agrega el científico, irá acompañado de un mayor respeto al medio ambiente en los dos extremos del proceso sintetizador: en la fase final, con la reducción de los residuos contaminantes, y en la fase inicial, con la preservación de los recursos naturales de donde se extraen las sustancias medicinales, tal como indica la pauta seguida con la eleuterobina, «cuya síntesis en laboratorio ha asegurado el suministro sin dañar los arrecifes de coral donde se encuentra en estado natural».

La actividad científica de Nicolaou se resume, hasta ahora, en 47 patentes y 344 artículos publicados en las mejores revistas de su especiliadad, recordó Julio Álvarez Builla, catedrático de Química de la Universidad de Alcalá.

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