Maestros

Soy maestra y observo cómo, en la actualidad, además de la función clásica de la profesión -transmisión de conocimientos, de normas de convivencia, de valores...-, ésta, desgraciadamente, comporta otras, no tan clásicas, como: tener todas las obligaciones y responsabilidades hacia los alumnos y ningún derecho; soportar, en no despreciable número de ocasiones, faltas de respeto de alumnos y padres de éstos; una consideración social muy baja y una posición con caída en picado.El desprestigio paulatino que ha sufrido en los últimos tiempos mi profesión no sólo es observable en aspectos de relación con alumnos y padres y de opinión pública, sino que abarca a la comparación con otros cuerpos docentes. Por ejemplo, desde la implantación del primer ciclo de la educación secundaria obligatoria (equivalentes a los anteriores 7º y 8º de EGB), los maestros que antes impartíamos dichos cursos pudimos optar a adscribirnos a educación primaria o al mencionado ciclo de ESO. Los que optamos por esto último y nos hemos incorporado a los institutos nos hemos encontrado con el agravio comparativo de tener un horario superior de docencia directa, menor sueldo, imposibilidad de poder ocupar cargos como la jefatura de seminario, etcétera. Incluso en los casos de tener también una licenciatura y de ser funcionarios de carrera y algunos de nuestros colegas, pertenecientes al otro cuerpo (profesores de secundaria), interinos.

No sé si es general este tratamiento, pero en el caso de los seis maestros del instituto en el que trabajo es así. Ello pese a haber solicitado la rectificación del horario ante el inspector de zona, que me negó la petición en base al cumplimiento de las instrucciones de una circular de la Dirección General de Coordinación y Alta Inspección. No he recibido respuesta alguna de la jefatura de Inspección ni de la Consejería de Educación de la Comunidad ante esta misma reclamación.

Lo anterior viene a ser un ejemplo del tratamiento que la Administración nos da y de la consideración que nos tiene.

Pues bien, señores del Gobierno (central y autónomo), plantéense qué modelo de sistema educativo están ustedes ofreciendo si tratan a los maestros de esta manera, desconsiderando la profesión, desatendiendo las demandas del profesorado (individuales y colectivas) y no tomando medidas encaminadas a devolver el respeto, que cualquier persona debe tener, a los maestros y la dignidad perdida. Es urgente, al respecto, plantearse la necesidad de una carrera docente, de un cuerpo único de profesorado o de modificación de las asignaturas universitarias dirigidas a los alumnos que se piensen dedicar a la docencia, las relaciones entre profesores, profesores-alumnos y profesores-padres y otro montón de aspectos cuya finalidad debe ser la mejora de la enseñanza y de la sociedad.-