La OTAN y Kosovo
ESTADOS UNIDOS y la OTAN se han puesto en movimiento para evitar que la situación en los Balcanes -y en particular en Kosovo- se les escape nuevamente de las manos y lleve a un nuevo conflicto. Es un lenguaje al que Milosevic ha atendido en el pasado. ¿Lo entenderá esta vez? De momento está atizando fuegos simultáneos en Bosnia-Herzegovina -con su acoso a los moderados en el poder en la República Sprska-, en Montenegro -donde ha tratado por todos los medios de cerrar el paso al liberal Djukanovic-, y en Kosovo, donde decide iniciar «conversaciones sobre las conversaciones» con los albaneses al tiempo que da otra vuelca de tuerca a la represión.La OTAN ha apoyado estos días estudiar el posible envío de una fuerza preventiva a Macedonia -donde ya hay una presencia de la ONU- y a Albania. De momento prepara maniobras conjuntas con estos países para el verano; y no descarta tener que intervenir en Kosovo, aunque busque prioritariamente una solución a través de la negociación entre Belgrado y los kosovares albaneses. Éstos han cedido al aceptar las conversaciones, lo que ha debilitado la posición del moderado Rugova. Para reforzarle ha sido recibido en Washington. Estados Unidos, sacando de la chistera de Wall Street a Richard Holbrooke, el mediador que había vuelto a la abogacía privada, ha facilitado -es el término que se emplea para no hablar de mediación- estas conversaciones y contribuido a desactivar una bomba de relojería que se había puesto ya en marcha. Pero hay que ver si su gesto tendrá continuidad. Eufemismos aparte, Milosevic ha acabado por aceptar una mediación con Holbrooke, aunque no sea formal, y aunque en las conversaciones de Pristina el embajador de EE UU en Macedonia permanezca en la sala contigua.
Si EE UU ha hecho moverse las cosas, el Grupo de Contacto (formado por EE UU, Rusia, Reino Unido, Italia, Alemania y Francia) está maleducando a Milosevic. Tras imponer la prohibición de invertir en Serbia, el grupo levantó con presteza este castigo ante el gesto realizado por Milosevic de iniciar un diálogo con los kosovares albaneses. La estrategia del palo -sanciones y fuerza- y la zanahoria -reintegración en la vida internacional y promesas de ayudas económicas y levantamiento de sanciones- es válida, pero si se aplica con firmeza, y no sólo para Kosovo, sino para toda la nueva Yugoslavia. Una transición en la zona hacia la democracia y el respeto de las minorías es la manera de generar estabilidad.
En el fondo, ésta es la misión general que le ha encomendado la comunidad internacional a Felipe González, y que, paradójicamente, el paso de Holbrooke por Belgrado puede acabar facilitando. Independientemente de la persona del ex presidente del Gobierno español, hacia el que Milosevic siente una fobia personal, la comunidad internacional parece aún firme en su propósito de mantener esta misión, que no puede quedar en vilo de forma perenne.
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