Los expertos piden en Valencia que se democratice la gestión del agua porque es un "derecho humano"
El agua es la vida, pero sigue provocando muertes. Los 30 expertos reunidos hasta ayer en Valencia para debatir sobre el Contrato Mundial del Agua se despidieron con la conclusión de que las reglas actuales sobre el uso del agua son injustas, favorecen a los grandes poderes económicos y desembocan en conflictos armados, por lo que exigen su abolición. Frente a esta situación, reclaman que se democratice la gestión del agua porque es "un derecho humano". Sus opiniones contradicen la política hidráulica del PP basada en que "las obras las financien los usuarios".
Con las conclusiones de los ponentes se elaborará un manifiesto que se presentará el próximo 11 de septiembre en la Exposición Universal de Lisboa, que gira en torno a los océanos. El coordinador del encuentro, el italiano Ricardo Petrella -presidente del Grupo Lisboa y responsable de programas de prospectiva para la UE- bosquejó en la clausura los principales resultados del encuentro. Todos los expertos reunidos en el Palau de Pineda, sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Valencia,han coincidido en que el agua es un recurso de primer orden para la sociedad y la economía, y "un objeto simbólico para las religiones". Por eso formularon la idea de que el agua debe dejar de ser "un instrumento de guerra y destrucción del planeta", ya que es "un bien común para la vida y la justicia". Petrella y el resto de ponentes rechazaron las normativas hidráulicas actuales y reclamaron "nuevas reglas que contemplen el agua como una oportunidad para la vida". La crítica la razonaron con tres ejemplos. En primer lugar, esgrimen que las reglas actuales no consideran los recursos hídricos como un derecho humano y social. También denuncian, en segundo lugar, que las reglas de cooperación internacional en materia hidráulica son insuficientes porque no tratan el agua como un bien al que tiene derecho por igual toda la sociedad, sino como un recurso económico al que pueden aplicarse sin reparos medidas liberalizadoras y privatizaciones. Por último, los ponentes reprochan que la gestión del agua no se realiza dentro del "juego democrático", y reclaman que se tomen medidas para que la ciudadanía pueda participar en la toma de decisiones sobre el abastecimiento, los canales o la distribución de los caudales. "Los miembros de la comunidad son simples consumidores obligados que no tienen ni voz ni voto", critica Petrella. Aparte de combatir las "injustas" reglas hidráulicas actuales, los ponentes subrayaron la necesidad de abrir nuevas vías de trabajo para atenuar los problemas que genera el aumento del consumo de este bien, tan vital como escaso. Se trata de buscar alternativas para resolver el problema de financiaciòn del agua. Patrick Brie comentó que el precio de mercado no cubre todo el coste de potabilización, depuración, infraestructuras hidráulicas... Los ponentes rechazan de plano las soluciones que emplea el PP: crear sociedades en cada cuenca hidrográfica para que los usuarios (regantes, empresarios de hostelería...) aporten el dinero necesario para llevar a cabo las obras hidráulicas, como la conexión Jucar-Vinalopó. "Cuando privatizamos nos volvemos dependientes del sector privado y perdemos la libertad de gestionar y redistribuir el agua a toda la sociedad", insistieron los expertos. Así, el italiano Claudio Jampaglia apostó por "recuperar los recursos hídricos que han caído en manos del mercado de la especulación e incluirlos en un programa del agua". En este modelo, las subvenciones públicas que recibiría cada comunidad o industria dependerían de los méritos: los que más ahorraran pagarían menos. Campaña de formación Otra de las vías de trabajo que postulan contempla "con prioridad absoluta" la puesta en marcha de una campaña de formación para concienciar a la gente de la importancia del agua y de su escasez. "Tenemos que enseñarle al ciudadano que el Contrato Mundial del Agua es un contrato entre ellos y el agua", recalcó Petrella, "no con las multinacionales ni con el poder político". Dentro de esta línea, postularon la necesidad de "no infravalorar la significación simbólica y ética del agua para la justicia" y le dieron una gran relevancia al hecho de que ésta será la primera generación concienciada de esta situación. Para concretar estas medidas consideran que es fundamental contabilizar los recursos hídricos de los que dispone cada comunidad y analizar sus variaciones. En la mente de todos estaba la sobreexplotación a la que ha sometido el régimen libio de Gaddafi los acuíferos de este país, lo que hipoteca el futuro de las próximas generaciones. De cualquier forma, Petrella advirtió a todos los ponentes que el Contrato Mundial del Agua requerirá un largo proceso para lograr el acuerdo de gobiernos, sindicatos, empresarios y el resto de la sociedad, y que puede prolongarse durante 15 o 20 años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.