Yeltsin recorta los gastos y pide una nueva ayuda al Fondo Monetario
Los mercados financieros rusos volvieron a reflejar ayer la gravedad de la crisis económica que vive el país, mientras el Gobierno trataba de salir al paso de la situación al anunciar que está negociando con el Fondo Monetario Internacional un crédito especial para superar un bache que algunos piensan puede convertirse en un abismo como el de Indonesia.Al mismo tiempo, el presidente ruso, Borís Yeltsin, aprobó un severo plan de austeridad para recortar los gastos presupuestorios. El plan de austeridad firmado ayer por Yeltsin prevé disminuir los gastos presupuestarios en 975.000 millones de pesetas; al mismo tiempo, el programa aprobado, que contempla una cincuentena de medidas, permitirá aumentar las entradas este año en 250.000-350.000 millones de pesetas.
Los tipos de interés de los bonos del Estado que caducan dentro de 10 y 12 meses llegó ayer al 64% anual en la cotización en Bolsa, mientras ésta cayó en un 3,5% y la moneda nacional bajó de 6,15 a 6,18 rublos por dólar. La continua caída de la Bolsa, comenzada el 15 de mayo, ya forzó al banco central el pasado miércoles a elevar al 50% el tipo de interés oficial. Esta crisis se ha comido todas las ganancias en la Bolsa rusa acumuladas en el último año, que de ser la más rentable en el mundo ha pasado a ser la más ruinosa, detrás de la Bolsa indonesia.
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El viceprimer ministro Víktor Jristenko anunció ayer que Rusia está discutiendo con el FMI y el Banco Mundial "diversas variantes" para conseguir una ayuda financiera adicional con el fin de afrontar la grave situación creada en el mercado de valores ruso. El ministro de Finanzas, Mijaíl Zadórnov, subarayó por su parte que ni el Gobierno ni el banco central "piensan devaluar el rublo" y aseguró tener "medios para comprar aquella parte de las obligaciones de la deuda pública que caduca". Hay que decir que la deuda interna de Rusia ya alcanzaba a principios de año casi nueve billones de pesetas, mientras que la deuda exterior llegaba a los tres billones.Mientras tanto, el Gobierno puede verse sin los 375.000 millones de pesetas que pensaba obtener con la venta del 75% de las acciones de Rosneft, la última gran petrolera que aún está en manos del Estado.
El problema es que los tres grupos que habían mostrado interés en comprar la petrolera -las alianzas de Gazprom-Lukoil-Shell, Onexim-British Petroleum, y Yukos-Sibneft- han considerado excesivo el precio pedido por el Gobierno, ya que no toma en consideración los cambios que ha habido en el mercado del crudo. El resultado ha sido que ayer ninguna de estas alianzas participó en el concurso por la venta de Rosneft.
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