Aprobado el referéndum, Irlanda del Norte inicia la campaña para la Asamblea Autónoma
Nadie debe desmontar el cuartel en el Ulster porque, tan rápido como ha acabado la campaña del referéndum, empieza la carrera electoral. Tras la aprobación del Acuerdo de Stormont, que el viernes recibió un 71% de apoyos en Irlanda del Norte, todos los partidos se preparan ya para una dura contienda que configurará la primera Asamblea Autónoma de esta provincia británica alcanzada tras un acuerdo consensuado. La cita será el 25 de junio, y en ella se sentarán por primera vez enemigos jurados como el reverendo Ian Paisley, líder de los unionistas radicales, o el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, un hombre que hasta 1994 tenía prohibido pisar suelo de Gran Bretaña.
Ayer, Adams expresó su disposición y la de su partido a trabajar por la entrega de todas las armas en Irlanda del Norte. «Me gustaría que otros grupos armados siguieran el ejemplo del Ejército Republicano Irlandés, que ha decretado no uno, sino dos altos el fuego, que han hecho posible la apertura de esta gran oportunidad para la paz», declaró el líder del Sinn Fein a la BBC.Engrasando ya la maquinaria electoral, Adams había ofrecido el día anterior al principal partido católico una alianza que les fortalezca en las urnas. El mensaje fue para John Hume, líder del Partido Socialdemócrata Liberal (SDLP), un moderado católico considerado como el iniciador de este proceso de paz cuando hace dos años tomó la iniciativa de reunirse con Adams para proponérselo. El partido de Hume sumó el 24% de los votos en las elecciones británicas de 1997, lo que, junto al 16% del Sinn Fein, alcanzaría la nada desdeñable cifra del 40% del total de Irlanda del Norte. Eso sin contar con el alza previsible del Sinn Fein, que ha ido consiguiendo más apoyos entre el público católico según ha aumentado su afán negociador.
En el otro frente, el protestante, David Trimble emerge como máximo líder tras conseguir la mayoría de los votos unionistas en el referéndum del viernes. Con un potencial electoral del 33% en las elecciones del pasado año, se calcula, sin embargo, que una tercera parte de sus votantes ha dicho no al acuerdo, y aún no se sabe si en junio le denegarán su voto, en castigo por su campaña del sí.
Ese castigo sería aprovechado por Ian Paisley, líder unionista radical, que el sábado prometió su concurrencia a la Asamblea que él mismo ha denostado en la campaña por el no.
En total, 108 escaños tendrá la nueva Asamblea, que deberá elegir a un Gobierno formado por un primer ministro de una comunidad, un viceprimer ministro de la otra comunidad, y 10 ministros. Para evitar que los probritánicos (53% de la población) discriminen a los católicos (47%), el Acuerdo de Stormont estipuló que las decisiones más trascendentales deberán ser adoptadas por el 60% de los votos. El sistema de elección, además, será proporcional, lo que facilitará la mayor representatividad de todos los grupos.
La Asamblea asumirá de momento las competencias que hoy tiene el Ministerio para Irlanda del Norte, encabezado por Mo Mowlam. El siguiente paso será crear un foro interfronterizo de la República de Irlanda e Irlanda del Norte, que podrá tomar decisiones en áreas comunes como turismo, medio ambiente, transportes, agricultura y pesca. Más tarde se creará un Consejo de las islas, que vigilará por la convivencia y el desarrollo armónico de Irlanda y la isla de Gran Bretaña, además de la isla de Man y las del Canal de la Mancha.
Sobre la mesa quedan, no obstante, los temas más controvertidos y que este fin de semana, tras el recuento de votos, demostraron hasta qué punto levantan asperezas entre los dos bandos: el desarme, la reforma de la policía, el futuro del Ejército en el Ulster y la liberación de presos. La entrega de las armas debe culminar en el curso de dos años a partir del referéndum del viernes, bajo la supervisión de una comisión independiente. La policía deberá patrullar sin armas, como los bobbies ingleses, en un periodo que el Acuerdo de Stormont define como «un futuro pacífico». Y, a finales de junio, los Gobiernos de Londres y Dublín deberán poner en marcha un mecanismo para aplicar un programa rápido de excarcelación de presos en dos años, siempre que sus grupos respeten la tregua actual.
Una agenda apretada que ha apresurado la celebración del referéndum y de las elecciones antes de que comience la campaña de desfiles unionistas, un motivo tradicional de enfrentamientos sangrientos con los católicos.
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