El futuro del proceso de paz, en manos del 17% de los unionistas indecisos
Irlanda del Norte se asoma hoy a un punto sin retorno . Por primera vez desde la partición de la isla, en 1921, y después de 30 años de un conflicto armado que ha segado 3.200 vidas, católicos y protestantes votarán en referéndum sobre un acuerdo consensuado entre los dos bandos y que sienta las bases de la autodeterminación. Aplaudido por los católicos, que darán en un 96% su sí al acuerdo, según los últimos sondeos, ni el primer ministro británico, Tony Blair, ni el líder unionista moderado, David Trimble, han logrado convencer a los suyos. Divididos, los unionistas se inclinan por el no.
El proceso de paz está hoy en manos de un 17% de indecisos del bando unionista. Belfast era ayer un escaparate de políticos, trabajadores, representantes de parados, policías y clérigos dispuestos a disputarse cualquier adoquín de la calle o un segundo ante las cámaras para hacer su campaña por el sí o por el no. Hasta el aire llegó la guerra de los argumentos, con dos avionetas del sí y del no cruzando el cielo mientras los tres helicópteros que trasladaban a Blair se abrían paso hacia el destino, siempre secreto, de su próxima aparición.Los soldados del VII Batallón del Regimiento Real Irlandés le esperaban desde las nueve de la mañana, en una casa cuartel protegida por enormes muros alambrados al este de la capital. Allí aterrizó el primer ministro, que desde el miércoles quema en el Ulster los últimos cartuchos por contagiar su fe por el sí, y que no quería faltar a la cita con sus tropas.
«Vengo a daros las gracias por estar aquí. Sé que es difícil para vosotros la vida aquí», dijo Blair. «Quiero deciros que, si el acuerdo se aprueba, en 30 años a nadie le importará en esta tierra si los demás son protestantes o católicos. Habrá igualdad». Le acompañaba la popular ministra para Irlanda del Norte, Mo Mowlan, gran artífice del acuerdo y mujer respetada en ambos bandos.
Blair no reparó en esfuerzos y ayer se volcó en una jornada maratoniana que le acercó hasta un hospital infantil, hasta los empresarios de un parque tecnológico y hasta los ciudadanos de la calle, a los que intentó convencer de que el acuerdo no signficará la separación de Irlanda del Norte de Gran Bretaña. Tarea difícil. «¡Muchos votaremos que no, Blair!», le gritaba un ciudadano en Belfast oriental.
En pocas semanas de campaña, el reverendo Paisley ha logrado convencer a la mayoría de los unionistas de que el acuerdo supondrá una unión con la República de Irlanda y una liberación masiva de terroristas. Aunque las encuestas publicadas ayer por el Irish Times daban al sí una victoria del 60% en toda Irlanda del Norte, con un 25% de noes y un 15% de indecisos, el no sigue ganando en el bando unionista. En él, el 43% ha preferido seguir a Paisley, furiosamente partidario del no, frente a un 40% de síes. El 17% estaba indeciso.
La participación, siempre según los sondeos, será masiva, muy superior a anteriores citas con las urnas. Pero a pesar de la esperada victoria del sí, David Trimble, el líder unionista moderado, ha colocado en el 70% la cifra con la que se sentirá respaldado, ya que ella significará que más de la mitad de los unionistas ha dado su apoyo . Sin embargo, Trimble prefirió fijarse en el aumento del sí en las filas unionistas durante la última semana, del 35% al 40%.
La agresiva campaña de Paisley ha zarandeado a los unionistas y ha llegado a desatar pasiones incluso en la temible policía del Royal Ulster Constabulary (RUC), que ayer rompió su silencio para criticar los tremebundos carteles en los que Paisley ha colocado a un terrorista del IRA como futuro director del RUC. Trimble salió también al quite desvelando ayer una carta personal de Paisley en la que éste reconoce la necesidad de hablar de amnistía, algo que niega estos días de forma tajante. También le recordó que él mismo disfrutó de la amnistía en los años setenta, y le conminó a volver a la cárcel a terminar su sentencia si no está a favor de esa opción.
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